¿CÓMO
PARTICIPAR EN EL MICRORRETO?
Lo
primero es acceder al generador de argumentos de STORYNATOR
- Copia el argumento que te salga al hacer clic en el
botón Generar nuevo argumento.
- Al copiar el argumento que
me salió al hacer clic en el botón “generar nuevo argumento”,
salió esto: Un
explorador con problemas de memoria y una condesa que tiene problemas de
alcoholemia, buscarán pistas para demostrar que el cantante del grupo de
rock del que son admiradores no se suicidó, sin embargo, un director de
cine independiente lo cambiará todo, en una historia de terror que habla
sobre el retorno del pasado y la privacidad.
- Escribe un microrrelato de hasta 250 palabras como máximo basándote
en todos o alguno de los elementos que os aparezca en el argumento
generado.
- Publica el microrrelato en tu blog junto al argumento
en el que te basaste. Explícanos qué elementos de ese argumento
escogiste para escribir tu micro:
- Aparecen el explorador con problemas de memoria (aunque no admirador del
músico), la condesa con problemas de alcoholemia y admiradora del cantante
y el director de cine (más bien poco independiente, pero mucho a la vez, je, je, je).
- Deja un enlace a tu micro en los comentarios de
esta entrada para que pueda añadirlo a la lista y que todos
puedan leerlo.
- Tienes de plazo hasta el 30 de septiembre.
- Todos los microrrelatos serán publicados en la revista digital EL TINTERO DE ORO MAGAZINE del mes de noviembre.
La puja
―Me invitó a su última fiesta en casa y, créanme, no tenía pinta de
suicida ―dije rompiendo el hielo antes de que el silencio empezara a ser
incómodo.
―¿Y qué pinta, según su criterio, tiene un
suicida? ―intervino Esteban Espiebergeles, el anfitrión, recolocándose las
gafas.
―¿Menos alegre, quizá…? ―respondí, algo molesto.
―Será mejor que tomemos algo, intuyo una reunión larga ―añadió
Esteban.
―Para mí agua, no bebo alcohol.
Pero bien conocido era el pasado adicto de la
condesa, evidenciado por las huellas en su nariz, oscura y surcada como las tierras
de La Rioja.
―Para mí agua también, a ser posible con gas; yo
sí me atrevo con bebidas potentes. ―Reí sin ganas.
―Aguarden un momento, no tardo ―anunció
el director
mientras desaparecía por el pasillo.
La condesa
aprovechó para interrogarme clavando sus ojos en mi sorprendida mirada.
―Yo también fui invitada a aquella fiesta, aunque usted no lo
recuerda, ¿verdad? Y no, aquella no era la cara de un suicida, sino la cara del
miedo, del pánico. Enseguida comprendí que temía por su vida. Yo sé que fue
asesinado, a pesar de lo que digan los medios y la policía.
Entonces,
en mi cabeza resonó un clic que pausó mis problemas de memoria.
―En efecto, Madame ―solté de repente―. Ese entrometido no debió
pujar en aquella subasta exclusiva, arrebatándome la estatuilla tribal que
durante tanto tiempo deseé y busqué.
Y un
segundo clic desdibujó por completo mi expresión, garabateando una sonrisa inquietante.
―¿O fue porque no soportaba su música…?
© Patxi Hinojosa Luján
(14/09/2020)