De repente, un día dejé de verme en los espejos. Aunque lo que sucedió en realidad no fue que ya no me viera, sino que no me reconocía en las imágenes que me devolvían aquellos. La figura de turno se me parecía, sí, pero siempre aparentaba unos cuantos años más que yo. Ahora que ya no opino lo mismo, que me he desprendido de mi trasnochado autoengaño y acepto como propios tales reflejos sin cuestionarlos, es cuando lo relaciono con el clic que resonó en mi cabeza poco antes. Fue el anuncio de que acababa de sobrepasar el punto de no retorno en el camino hacia una segunda madurez, un camino que voy recorriendo en la mejor compañía desde hace mucho más de media vida; ¡y qué corto se me está haciendo…! Así las cosas, mi compañera y yo accedimos juntos al nuevo rol, en el que tanto se valoran los cabellos plateados; fue entonces cuando empezamos a imaginarte y a hablar de ti con cierta asiduidad. Y con total naturalidad y la máxima ilusión.
Nadie nos dijo que esto fuera a ser fácil, y desde que al principio de la partida nos repartieron las cartas, aprendimos como pudimos a sortear obstáculos; esto ocurrió en no pocas ocasiones, aunque no tantas como en las que nos apuntamos al arte de disfrutar los regalos que la vida nos iba dejando desperdigados aquí y allá.
En un tiempo no necesitamos comprobar lo que llevábamos para intuir si íbamos a ganar o no la mano, y a veces, con el mar a estribor y la esperanza un poco más allá de la proa, por donde despierta el Sol, nos permitíamos el lujo de pensar en ti; porque incluso en las épocas de penuria resultaba gratis desear, todo lo gratis que puede ser algo si conlleva dejar algún que otro pelo en nuestra gatera emocional.
Llegó un momento en el que tú ya te habías instalado en un huequecito de nuestro corazón, por lo que te teníamos presente con relativa frecuencia... Aunque no, no quisiera faltar a la realidad, ello ocurría muy a menudo; pero mientras, el verde se iba destiñendo poco a poco.
La pregunta apareció de repente en nuestra vida al volver nuestro hijo de una de sus misiones humanitarias junto con su pareja, a la que aún no conocíamos. Ya a los pocos días, mi compañera y yo, cómplices del mismo deseo y atrapados por él, buscábamos a menudo la mirada del otro mientras dibujábamos en el aire una pregunta muda, siempre la misma: ¿y si…?
A esas alturas de la película el tiempo corría como si no supiéramos demasiado bien que jamás nos daría una tregua ni se detendría, y nos encontramos añorándolos por temporadas, a los dos. Nuestro hijo volvía a casa siempre que podía, en ocasiones solo, en otras con su pareja, y la pregunta iba cobrando firmeza. ¿Y si…?
Mas las circunstancias, las suyas en particular y las generales, empezaban a ser tan especiales que la pregunta desaparecía de nuestras vidas por cortas temporadas; y he de confesar que incluso mutó por momentos a: ¿y si al final no…?
Y para colmo, un mal día, el bicho ese que anda de mediolao, como para atrás, vino a visitarnos y se metió en nuestro hogar sin autorización, dándonos una bofetada de realismo; ahora sabemos que no necesita permisos. Lo cierto es que, durante unos meses, a partir del sonoro bofetón, la nueva situación se convirtió en el monotema que acaparaba toda nuestra atención, con lo que llegamos a dejar de lado, arrinconado en nuestras mentes, el lujo de pensar en ti. También la escritura quedó abandonada; hasta hoy, en que me he animado a hacer regresar los dedos al teclado.
Aquel fue un tiempo en el que se sucedieron visitas al hospital, consultas con enfermeras, cirujano, anestesistas; una operación; una segunda operación, necesaria debido a los resultados de la biopsia tras la primera, más consultas, sesiones de radioterapia, en concreto veinte, y por fin un tratamiento de hormonoterapia que aún hoy se mantiene y con lo que esperamos se descarte para siempre una nueva sorpresa. Y en todo ese tiempo, tú no hiciste acto de presencia; hasta aquella tarde…
Acababa el año vigésimo del tercer milenio, que había corrido como un demonio dejando a su paso noticias desagradables ancladas a una pandemia bastante más negativa y dañina que lo inesperada que fue ya de por sí, cuando les oímos hablar de ti por primera vez: nuestro hijo, con una pícara sonrisa, nos llamó abuelos de sopetón, sin venir a cuento. Nos tenía acostumbrados a dirigirse a nosotros como viejotes o trogloditas, en plan broma cariñosa, por lo que de entrada no le dimos importancia, hasta que ella, nuestra nuera, dio la vuelta a la imagen impresa que tenía oculta en su regazo; enseguida comprendimos la magnitud de lo que significaba aquello: la ecografía nos dejó con unas muecas indescifrables garabateándose en nuestras facciones mientras la observábamos incrédulos. Porque sí, al final la respuesta era afirmativa, ella se iba a convertir en la madre de nuestro deseado primer nieto, en tu madre...
Y como para entonces ya no me costaba reconocerme en mis reflejos, desde aquel instante me sorprendo buscándome en los espejos para recrearme en la inocencia de esa sonrisa bobalicona que anidó para siempre en mi semblante. Porque casi todas las cosas importantes suceden siempre de repente…
© Patxi Hinojosa Luján
(14/12/2020)
Hola, Patxi. Un relato que conmueve al reconocerse el personaje cambiado por ese tiempo que nos sorprende, así, de repente.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasarte a leer y comentar, Mirna.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
Sí Patxi, casi todas las cosas importantes suceden así, de repente. Y no voy a comparar un nieto con una buena historia pero, cuando ya creía que no participarías este mes, cae tu preciosa historia llena de verdad y ternura. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasarte a leer y dejar un comentario con tan bellas palabras.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
Vivencias, poco a poco el transcuros de los ultimos tiempos se va dibujando en el relato con la presencia del reflejo que es algo conocido y ajeno a la vez. Muy actual tambien. excelente relato, mucha suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer, por dejar tu valoración del texto en el comentario y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarTe envío un fuerte abrazo.
Las cosas suceden y se presentan sin pedir permiso, sin llamar a la puerta, siempre al margen de nuestros deseos. A veces nos desdibujan en el espejo de la vida, ... otras veces nos ponen esa sonrisa bolalicona tan hermosa como se le ha puesto al protagonista de tu relato,...
ResponderEliminarMe ha encantado!
Muchas gracias por pasar a leer, Norte, y por dejar tu generosa apreciación sobre el texto en el comentario con tan bellas palabras.
EliminarTe envío un fuerte abrazo.
Hola Patxi,
ResponderEliminarAl principio pensé que te referías a un hijo para descubrir finalmente que se trataba de un nieto. Ha sido interesante hacer el recorrido por tu relato con esa ternura implícita. Mucha suerte
Muchas gracias por pasar a leer, Matilde, por dejar un comentario y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarTe envío un fuerte abrazo.
Efectivamente, Patxi, los castigos y las bendiciones en la vida suelen venir de repente. Tu relato es pura emoción. Mucha suerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por pasar a leer, Carmen, por comentar y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
Hola, Patxi. Noticias duras felizmente superadas y felices nos has traído, así que por ambas hay que felicitarte. Zorionak, aitona. Me ha gustado que de todo ello has sabido sacar un buen relato con una historia que parecía una cosa distinta. Reitero mi felicitación y añado también por el relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer, Isan, y por un comentario con palabras tan motivadoras.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
Hola, Patxi. Es interesante la reflexión que hace el protagonista de tu relato, poniendo el foco en esas noticias, buenas y malas, con las que la vida nos sorprende de repente... Buen trabajo. Mucha suerte y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer, Beri, por comentar y compartir conmigo tu valoración del relato y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
¡Qué bonito, Patxi! Me encanta la frase con que acabas el relato y la dulzura que lo recorre. Una historia que parece muy autobiográfica así que muchas felicidades por todo y mucha suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer, Marta, por dejar un comentario tan cariñoso como de costumbre y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarTe envío un fuerte abrazo.
Casi todas las cosas importantes, suceden siempre, o casi siempre, de repente. Es cierto Patxi, y las que ocurren despacito, como es el proceso vital de vida hasta que nos hacemos mayores, las has sabido reflejar en ese mirarse al espejo y no reconocerse.
ResponderEliminarPor fortuna, el pequeñín, sabe pintar sonrisas bobaliconas en la cara de los abuelos. Así da gusto el reflejo que proyectas, ¿verdad Patxi?
Un abrazo muy grande, seas abuelete o no.
Muchas gracias por pasar a leer, Isabel, y por tus palabras. La verdad es que estamos muy ilusionados y felices porque, si todo va tan bien como hasta ahora, a mediados de junio seremos abuelos. O sea que sí, esa sonrisa está más que justificada
EliminarOtro abrazo bien fuerte de vuelta para ti.
Crear vida es una de las sensaciones más plenas que puede tener cualquier ser humano. El ver a tu hijo o hija seguir tu pasos vitales debe ser euforizante, entre muchas otras emociones indescriptibles. Creo que en tu relato has sabido reflejar las paradojas que la vida nos suele poner en nuestro camino.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte en el Tintero de Oro Patxi.
Muchas gracias por pasar a leer, Carles, por dejar tu personal y generoso comentario, que comparto en gran medida, y también por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti, compañero.
Gracias, Patxi, por participar con este relato del homenaje que este mes realizamos a Rebeca de Daphne du Maurier. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias a ti, David, por propiciar este encuentro literario y permitir que "intrusos" como yo podamos darnos a conocer un poco más entre gente que escribe tan bien como lo hacen los compañeros. Es todo un honor para mí.
EliminarMuchas gracias por tus deseos. Te envío un fuerte abrazo.
¡Hola, Patxi!
ResponderEliminarPartiendo de la realidad de lo cotidiano, nos planteas una entrañable e interesante historia que se adentra en los entresijos psicológicos y emocionales que experimentan sus protagonistas, pendientes de que se cumpla su sueño, en medio de las duras circunstancias de la vida.
Se aprecia también la pulcritud con la que has elaborado la parte descriptiva y la estructura del relato.
Me alegro de que te hayas decantado por un final feliz, con ese estupendo mensaje representado por la sorpresa de lo inesperado, que aunque nos cueste comprenderlo, siempre suceden esos pequeños milagros.
¡Enhorabuena! me gustó mucho la lectura.
Un abrazo y suerte en El Tintero.
Muchas gracias por pasar a leer, Estrella, por dejar un comentario tan extenso como cariñoso y lleno de matices, y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos. Me encanta que te haya gustado la lectura.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti, compañera.
Bueno Patxi, al final todo llega y después de pasar lo malo vino la buena sorpresa. Un relato equilibrado como la vida misma cuando la actitud es la adecuada, sean las que sean las circunstancias.
ResponderEliminarSaludos y suerte 🖐
Muchas gracias por pasar a leer, JM, por dejar tus impresiones en un comentario y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarSaludos de vuelta, compañero.
Hola, Patxi. Entrañable y fascinante esta historia familiar con esa larga espera que, al final, se ve recompensada. Un final feliz que dibuja una sonrisa hacia el futuro, como un rayo de luz que irrumpe desde un trozo de cielo a través de los amenazantes nubarrones. Donde hay vida, hay esperanza: nunca un dicho fue tan cierto.
ResponderEliminarMucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
Muchas gracias por pasar a leer, Paco, por dejar este comentario lleno de bellas imágenes y reflexiones, y también por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
Hola, Patxi. Cuántas veces nos miramos al espejo y no nos reconocemos, je,je. Y es muy cierto que en esta vida las cosas más importantes muchas veces aparecen sin avisar, de repente, tanto las malas como las buenas.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. Suerte en El Tintero.
Un abrazo.
Muchas gracias por pasar a leer, Josep Mª, por dejar tus impresiones y generosa valoración en tu comentario, porque me encanta que te encante mi relato, y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti.
Cierto Patxi, todas las cosas importantes suceden de repente y sin avisar. Me alegra leer un relato esperanzador y positivo porque hasta ahora casi todos son catastrofistas jaja, y el tuyo pone una nota de esperanza en medio de esta pandemia a la que no se le acaba de ver el final. Supongo que tendrá algo de autobiografico asi que vayan mis felicitaciones por delante, y si no es así, pues también. Gracias por poner un puntito de esperanza entre tanta desesperanza. Un abrazo Patxi, y mucha suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer, Jorge, y por dejar un comentario tan generoso como de costumbre; también por tus deseos, que ya sabes que son mutuos. Agradezco asimismo tus felicitaciones porque sí, ahora mismo estamos pasando por las dos importantes situaciones vitales reflejadas en el texto.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti, compañero.
Las fases de la vida y las generaciones. Gracias por expresarlo con esta historia, que seguramente pasaremos por esa situación o algo parecido. Suerte en el concurso.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer, RR, por dejar tus impresiones en un comentario y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarUn abrazo, compañero.
Un concurso
ResponderEliminarjamás se me hubiera ocurrido participar en concursos
ganarle a quien ¿a mi misma? cuéntame cómo es esto....
Tu entrada me gusta-
Te dejo un abrazo y ojalá ganes
saludos
Hola, Mucha, me alegra verte por aquí. La verdad es que esta es una manera de darnos a conocer entre gente que, con más o menos pericia en esto de la escritura, nos animamos a compartir nuestros escritos para que sean comentados los propios y comentar a su vez los ajenos; lo de el concurso y las votaciones es un plus importante, claro.
EliminarGracias por tus deseos.
Te envío un abrazo de vuelta.
¡Que lindo relato!
ResponderEliminarNos invita a reflexionar sobre los cambios y las nuevas formas de organización familiar, dinámicos, en donde unos cambios repentinos hacen que la personificación de la inocencia haga ese vínculo puro e inigualable. Suerte en el Tintero.
Saludo
Muchas gracias por pasar a leer, Yessy, por dejar tus personales impresiones en tu comentario y por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarSaludos de vuelta, compañera.
¡Wow! Cuánta ternura. Me ha encantado sobre todo ese final con la sonrisa bobalicona del abuelo.
ResponderEliminarMira que se ha hecho desear, entre línea y línea me preguntaba que será lo que se traen entre manos, quién será esa persona de la que se atreven a hablar con toda naturalidad.
Una preciosidad.
¡Felicidades, Patxi y suerte en el Tintero!
Muchas gracias por pasarte a leer, María Pilar, por dejar tu efusivo comentario con palabras tan motivadoras, y también por tus deseos, que ya sabes que son mutuos.
EliminarTe mando un fuerte abrazo, compañera.
Hola Patxi, esta muy tierno tu relato, muy bien escrito. Uno simpatiza inmediatamente con el protagonista y su situaciòn. Espero que ese nieto llegue con "la torta bajo el brazo" como se dice en algunos lugares, indicando que traiga muchìsimas cosas buenas. Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por mi blog a leer este relato, Ana, y por dejar tus impresiones en un comentario tan generoso y motivador.
EliminarUn abrazo, compañera.
Hola, Patxi: ¡Cuánta ternura en esa espera amorosa!La sonrisa de la vida, superando los años y los contratiempos. Muy bueno tu relato. Por supuesto, excelente escritura.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar a leer mi relato, Beba, y por dedicarle estas palabras tan generosas y estimulantes.
EliminarTe envío un fuerte abrazo, compañera.
Me has dejado sin comentario con el asombro en mi momento
ResponderEliminarEspero que se<a porque te lo has pasado bien leyendo, amiga Mucha.
EliminarTe envío un abrazo.
Todo en esta vida ocurre de repente; lo bueno y lo malo. Lo que esperamos con ansia y lo inesperado que entra en nuestras vidas sin permiso.
ResponderEliminarEsos momentos buenos son los que van construyendo la felicidad. Los otros no hay más remedio que asumirlos.
Nos relatas el paso del tiempo y el secreto deseo de dos personajes de ser abuelos, de manera entrañable.
Un abrazo.
Muchas gracias por pasar a leer, Francisco, y por dejar tu comentario, reflexivo y motivador.
EliminarOtro abrazo de vuelta para ti, compañero.
Hola Patxi. Ya estoy aquí.
ResponderEliminarNos has conmovido con esta historia de tintes tan realistas (¿inspirados en hechos reales?) en el que abordas una situación clave en nuestra vida: las cosas importantes llegan cuando menos lo esperamos. Es difícil no empatizar con esa pareja que mantienen su amor en los momentos buenos y en los malos. Y esa sonrisa del abuelo primerizo...
Un abrazo enorme y mucha suerte.
Hola, Bruno. Muchas gracias por pasar a leer mi trabajo y comentarlo, y ello a pesar a estar de vacaciones forzosas, como comenté en tu blog, je, je, je.
EliminarGracias también por esos deseos que sé que son de corazón, aunque imagino que ni con ellos...
Pues sí, la respuesta a tu pregunta es sí, durante todo el relato, al margen de la licencia en la forma...
Otro enorme abrazo de vuelta, compañero.
Nos mantienes en vilo sobre quién o qué podrá ser ese tú durante todo el relato para, al final, regalarnos la ilusión de unos abuelos primerizos. Toda una delicia aunque salpicada con ciertas dosis de tristeza, tan de este año. Mucha suerte, Patxi. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga Beatriz, por pasar a leer mi humilde relato y comentarlo con tan bellas y emotivas palabras. Agradezco también tus deseos, que ya sabes que son recíprocos.
EliminarTe envío de vuelta un fuerte abrazo, compañera.
Hola Patxi, ¡qué coincidencia! me refiero a la fecha de tu cumpleaños, el mismo día del bombardeo del parlamento de Moscú y la caída del comunismo. Gracias por dejar tu comentario, compañero, y agradecida también por hacernos partícipes de estas experiencias emotivas. Una historia íntima, donde el paso del tiempo deja de estar presente para acunar una nueva vida, un descendiente que emborronará, de eso estoy segura, más de un espejo, si no lo rompe, jejeje. A disfrutarlo amigo mío. Te deseo unas felices fiestas y felicisimo año nuevo!!!
ResponderEliminarPues sí, qué coincidencia, amiga Eme. Agradezco mucho tu visita y tus alegres y emotivas palabras: también tus deseos, que por supuesto hago míos para ti y tu entorno.
EliminarTe envío un fuerte abrazo.
De repente, Patxi, sin casi darme cuenta, con esa prosa que, aunque haga poco que nos conozcamos, ya empiezo a reconocer, de repente, sin saber qué esperar, aunque intuyendo que algo debía de aguardar, embelesado y cautivo de tus metáforas tan certeras o de tu retórica impecable, de repente, como te decía, me he "zampao" este pedazo de relato. Maravillosa historia, Patxi, aunque lo mejor es cómo la has llevado. Tierna, dramática y esperanzadora. Toda una oda al optimismo.
ResponderEliminarUn abrazo, mucha suerte y feliz Navidad.
Pepe, compañero, agradezco infinito tu comentario con una valoración tan halagadora como inesperada, todo un honor para mí viniendo de una pluma tan excelsa como la tuya; muchas gracias de nuevo.
EliminarTambién agradezco tus deseos, aunque la suerte es que mi texto haya sido leído por los compañeros de El Tintero de Oro entre los que tú eres un representante sobresaliente.
Feliz Navidad también para ti y tu entorno.
Un fuerte abrazo.
Inconfundible tu narrativa meditada, Patxi. Me alegra mucho siempre poder leer tus inspiradores escritos. He visto que es una situación real, me gusta mucho la forma en que has acoplado la realidad al concurso, haciendo del personaje ausente algo tan dulce, tierno y lleno de vida como un bebé.
ResponderEliminarMi humilde opinión es que la vida son etapas, y cuando nos vemos en positivo nos gusta, pero cuando hay otros tipos de cambios igual de naturales a veces nos choca nuestra imagen en el espejo... hasta que la aceptamos, agradecemos de poder disfrutarla y hasta amamos nuestra imagen: el ser abuelos, es solo uno de los ejemplos.
Precioso relato, gracias compañero.
Un abrazo.
Muchas gracias, amiga Carla, por tu visita. Me ha encantado leer un comentario tan completo a la par que lleno de ternura hacia mis letras; todo ello me hace sentir muy honrado.
EliminarTe envío un fuerte abrazo, compañera, junto con mis deseos de salud y felicidad.