Anoche te volví a ver. ¿Recuerdas?, teníamos una
cita. Te intuí preocupada cuando te asomaste avergonzada; tú, que traías tu
grandeza aumentada, llevabas el rubor a flor de piel, aunque ese poco discreto sonrojo,
no me lo puedes negar, tenía la peculiaridad del misterio.
Eras tú, sí, mas era la primera
vez que te veía así, no así de plena, no es eso, sino tan distante, aunque
estuvieras más cerca que nunca; ¿quizá temerosa de lo que te ibas a encontrar
al escudriñar por aquí? Ahora, cuando se lo cuento a mi diario, al reflexionar,
estoy empezando a entender la magnitud de lo que nos ocurre.
¿Y yo?, ¡qué quieres que te
diga!, yo quedé triste y decepcionado. Tras veintinueve noches sin verte, la
mayoría confinado en casa, lo último que esperaba es que no te mostraras como de costumbre; porque, querida, ya sabes cuánto me hubiera gustado poder decirle a
todo el mundo que, anoche, a la Luna se le seguía viendo el ombligo.
© Patxi Hinojosa Luján
(08/04/2020)
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