(Imagen extraída de la red Internet)
Estábamos, al igual que tantas
otras noches, de charleta con la Luna Llena cuando la Mar ―hermosa y poderosa, mas
siempre sincera― nos confesó de repente que para poder presumir de esas
tonalidades con que nos seduce, sin importar el humor con que amanezca el día
de turno, se inspiró en sus ojos. Pero eso yo ya lo sabía desde el mismo
instante en que me reflejé en ellos por primera vez y me convertí en mejor
persona. Hoy es el día en que ella todavía se hace la sorprendida si se lo insinúo
y, para que no siga por ahí, se apresura a hechizarme con una nueva mirada
cautivadora que me desarma como nunca, lo que ocurre siempre.
Que ella
es especial lo confirman todos los que han tenido la suerte de conocerla, aunque
muchos prefieran hablar de privilegio. Y que me apresuré a subir a su tren con
pase VIP, a estas alturas lo sabéis todos, ahora que compartís conmigo cierta inquietud.
Resulta que la vida no hace distinciones y sus regalos, a veces envenenados, le
pueden caer a cualquiera, aunque eso constituya una injusticia cósmica.
Ella tiene el don de apreciar, localizar y potenciar el lado bueno de las cosas y de las
personas, intentando aislar su posible negatividad. Si hay alguna posibilidad
de ver algo en colores lo hará porque, se dice convencida, para los sombríos
grises siempre habrá tiempo.
Añadiré que
ella gusta de envolver cada atisbo de angustia que aprecia en terceros con el
colorido papel de regalo que puede simbolizar un amanecer, o una puesta de sol;
o de forrar cada revés con una sonrisa de las que traspasan mascarillas. Y va
más allá: a cada sonrisa que ve en otros, dobla la apuesta para ganarle la
partida al desaliento. Ella es así, no escatima tales regalos de positividad y
alegría, tampoco su solidaridad y generosidad.
Ella gusta
también de perderse en los litorales pues se encontró en sus principios y ya no
necesita buscarse.
Pero a veces…,
cuando ella no me ve porque está distraída pensando cómo endulzar otras vidas, soy
yo el que me pierdo en alguna playa y hago acopio de arena en mis bolsillos. No
pienso permitir que sus relojes se vacíen a más velocidad de la natural
mientras quede un hilo de esperanza en nuestro carrete compartido. Y si un día no
quedaran más playas en las que perdernos con nuestros sueños, renunciaría feliz
a mi provisión para cederle hasta el último de los granos de arena de mi tiempo…
Porque ahora,
cuando tenemos más lejos el hola que el adiós, cada vez me asusta menos su
valentía y sólo deseo seguir amándola como nunca, como haré siempre.
© Patxi Hinojosa Luján
(11/11/2020)
Susana,unica de belleza,completa,lle na,una sonrisa...Amor,solo Amor.
ResponderEliminarPatxi,unico,bondad,jugador de palabras,tu presencia....os Amo,fuerte
¡Muchísimas gracias de parte de los dos, querida amiga! Ya sabes que el cariño es mutuo. Muxus y un abrazo enorme.
Eliminar