Aunque formaban parte de un todo
indivisible, no por ello dejaban de tener su autonomía en asuntos concretos. Pero
es bien cierto que al final siempre, si en el asunto en cuestión no acababan de
ponerse de acuerdo, la opinión de uno de los dos tenía que prevalecer… era
inevitable que un único criterio tuviera que aportarse a cada situación vital.
Un día, y sin venir a cuento, uno de los
dos le propuso al otro un juego: le retó a que cada uno de ellos compusiera un
relato corto o micro relato, de un máximo de 450 palabras (como aconseja y
recomienda Mike Pitt para las entradas más o menos periódicas en los tan
extendidos blogs, de rabiosa
actualidad), y que ambos
representaran al ente al que pertenecían al día siguiente en su propio blog, sin más margen de tiempo… Solo
habría que esperar un par de semanas más para ver cuál de ellos había tenido
más éxito en su círculo más cercano, el que incluía a sus fieles lectores, para
así tener a un ganador, el triunfador que no pasaría de virtual por pertenecer
ambos al mismo micro mundo. Y así lo pactaron, y así lo hicieron.
No propusieron un tema en concreto, la
temática sería libre. Ambos se pusieron, ¡y es un decir!, manos a la obra, la
escasez de tiempo apremiaba…
Al día siguiente, «nuestro blog» apareció con dos nuevos relatos
que escrupulosamente respetaban el consejo en cuanto a número de palabras y que
reflejaban dos historias que nada tenían que ver una con otra. En los días
sucesivos, ninguna otra entrada hizo acto de presencia por lo que los
visitantes tuvieron tiempo de leer tranquilamente las dos últimas aportaciones
y valorarlas (si así lo estimaban oportuno) con sus personales comentarios. Se
dio el margen suficiente de días hasta que ya intuyeron que no habría más
valoraciones. Había llegado el momento del recuento final.
El relato cuyo borrador había sido
escrito con tinta de color gris luna tuvo más comentarios y valoraciones
positivas que el que en un principio se esbozó con tinta color rojo pasión, aunque
los de este eran en su mayoría más extensos y apasionados, mostrando una
cercanía, respeto, calor y afecto que no aparecían tanto en los de aquel, en
general más fríos. Nuestros dos aspirantes a escritor, por los distintos
motivos antes expuestos, reconocieron en el otro al ganador del reto, por lo
que se dieron afectuosa y virtualmente la mano en señal de reconocimiento y
admiración, y volvieron con la máxima concentración a sus respectivos
cometidos, indispensables para la supervivencia del ente del que formaban parte,
y por ende de las suyas propias…
Patxi Hinojosa Luján
(25/09/2014)
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