―Antes de abrir la
puerta que comunica el salón con la terraza, me aseguro siempre de
cerrar la del balcón de la cocina; por las corrientes, ¿sabe usted? Es que
están orientadas a calles distintas, y ambas son acristaladas.
»Mi modesta pensión de jubilado no
da para extras como cristaleros; si apenas soporta los gastos de mi comida y la
de los gatos que me acogieron en la que yo consideraba hasta entonces mi casa, y
donde se pasan buena parte del día maullando que abra puertas a su paso…
»¡Ay!
»Pero esta vez me olvidé por
completo. La memoria de uno ya no es la que era. ¿Puede que tenga algo que ver con
ese principio de nosequé del que cuchicheaban esos jóvenes enfermeros el
otro día?
―…
―No se disguste con ellos, doctora,
¡ayayay!, intentaron que yo no los oyera, pero resulta que a mi edad tengo el
oído de un mozalbete, ¿puede creerlo?
―Seguro que hablaban de otro
paciente ―con su bata blanca a medio abrochar, carraspea para aclararse la voz en
un vano intento de resultar creíble, pero casi se atraganta con el nudo de una
emoción para la que no encuentra acomodo―. Ahora no te muevas, papá, estoy con la
última esquirla de cristal, casi no te quedará marca.
«Está decidido, reflexiona quitándose
los guantes, te mudas a nuestra casa.»
Ya en el rellano, cruzan sus miradas
vidriosas entre maullidos de impaciencia; y entretanto, unas lágrimas escapan surfeando
arrugas para caer en el olvido justo antes de abrir la puerta.
© Patxi Hinojosa Luján
(06/08/2019)
Estás imparable Patxi. En esta ocasión con un retazo de vida en su última etapa. Triste realidad para mucho de nuestros mayores. No me extiendo... Escribo desde el móvil y con un solo dedo
ResponderEliminarAmiga Isabel, no fallas ni en vacaciones de verano, y no sabes cuánto agradezco tu deferencia, máxime cuando estás con el móvil, poco práctico cuando hay que escribir más que unas pocas palabras.
EliminarPor cierto, espero que tus otros nueve dedos también se encuentren bien, je, je, je.
Te envío un fuerte abrazo
Son cosas de accidentes que normalmente con esos vecinos tan gatunos puede ocurrir. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu visita, amiga Mamen.
EliminarOtro abrazo, fuerte, para ti.
La triste realidad de la vejez y la enfermedad al servicio de un buen microrrelato. Me alegra que no "descanses" en agosto, Patxi. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, compañero, por tu detalle, te recuerdo que para ti también es agosto... Y es que se agradece un montón sentir vuestras lecturas.
EliminarTe envío un fuerte abrazo con los mejores deseos para este verano que va pasando poco a poco, de manera inexorable.
Ay por dios la vejez terrible palabra para crecer y seguir viviendo maravillosamente pensando solo en el dia
ResponderEliminarme has encantado abrazos desde Miami
Muchas gracias, amiga Mucha, por pasarte por mis letras y dejar tan generoso comentario.
EliminarUn fuerte abrazo.
Emoción contenida en pocas palabras. Un diálogo con mucho efecto que refleja bien una situación que se repite en nuestros días. Me ha gustado mucho Patxi.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, amiga Araceli, por tu tiempo y por tus cariñosas palabras.
EliminarUn fuerte abrazo, compañera.
La vejez y el olvido, un tema que has tratado ya con esa misma sensibilidad en otras ocasiones, algo que según pasa el tiempo nos va tocando en mayor o menor medida a nuestro alrededor. Un abrazo y feliz verano Patxi.
ResponderEliminarAsí es amigo, los dígitos van aumentando, lo que provoca que veamos/sintamos ese problema cada vez más a menudo y más cerca.
EliminarMuchas gracias por tu tiempo y comentario, compañero.
También te deseo un feliz verano y te mando un abrazo bien fuerte.
Que lindo micro, con matices de una vejez mágica, esbozado de tiempos de letargos tajantes e inquebrantables.
ResponderEliminarUn saludo
¡Oh! Muchas gracias, compañera, por pasar a leer mis letras y dejar tan bellas palabras.
EliminarUn fuerte abrazo, amiga Yessy.