Escena I
Todos
los personajes están sentados en torno a una mesa en el comedor del restaurante
de Jaime, él incluido; ya están terminando de cenar.
Evita: Estaba todo delicioso, como de costumbre; a ver con qué exquisitez nos
sorprenden en la guinda del plato final. (Y dirigiéndose
a Claire) Entonces, Claire, decías que esta cena está ya pagada pero que
no podremos saber hasta los postres por quién, ni si está sentado o no a esta
mesa, ¡qué misterio! (Dirigiéndose ahora a Jaime) ¿Es
así, Jaime, está todo pagado? (Jaime asiente); bien,
ya se acerca el momento, ¡qué nervios!
Lucena: Y al final, ¿qué fin tiene lo que se nos dijo en las entrevistas, lo
podemos comentar ya con los demás?
Claire: Para empezar a desteñir un poco este oscuro misterio, se me ha autorizado
a autorizaros (ríe) que comentéis desde este
instante entre vosotros lo que queráis referente a esas entrevistas, pero hasta
aquí puedo leer (murmullos).
Jaime: Si no os importa, empiezo yo, que tendré que ir enseguida a por los
postres; es que llevan una sorpresa en la que yo tampoco tengo nada que ver, os
lo juro, y tengo que traeros todo junto (más murmullos).
A mí Claire me pidió que seleccionara una ONG del ámbito de la salud y que lo
mantuviera en secreto. Me quedo con Médicos sin fronteras, con la que desde
siempre he querido colaborar aunque nunca lo he llegado a hacer, aún no sé muy bien
por qué… (Se levanta y se dirige hacia la cocina)
Darío: Sigo yo, así ayudo a Jaime con esos postres-sorpresa.
Jaime: Tranquilo, Darío (interrumpe Jaime), ya
me apaño yo solo. Aunque ya que has empezado, cuéntanos tu parte.
Darío: Pues a mí también me pidió que buscara una ONG de mi preferencia, aunque
en mi caso de las que se dedican a defender y proclamar la ecología. Mi elegida
ha sido Greenpeace.
Claire: Por si os lo preguntáis, yo no he tenido que hacer ninguna elección,
creo que la iban a hacer por mí (sonrisa).
Carlo: Yo os diré que he tenido, supongo que como todos, que elegir otra ONG, y
me he decantado por Acción contra el hambre, que opera en el sector de agua y
saneamiento tal y como me solicitó Claire.
Evita: Mi ONG es Survival internacional, porque ella (mirando
a Claire) me pidió que estuviera relacionada con los derechos humanos de
los menos favorecidos, ¡cómo me conoce!
Claire: ¿Quién, yo, Evita?
Evita: Me refiero a quien sea que ha organizado todo esto, supongo…
Claire: Porque os recuerdo a todos que yo no he sido.
Alessia: Sigo yo. Hablando de derechos humanos en general, que es por donde me
dijo a mí que buscara, yo he elegido Amnistía internacional, no sé, siempre les
he tenido un cariño especial.
Maitane: Yo, como Darío, defendiendo que nuestra raza respete el medio ambiente,
y por eso me he decidido por Ecologistas en acción.
Lucena: Creo que soy la última, ¿no? Bueno, yo no podía tener una petición más
adecuada, y he elegido Ayuda en acción, no hace falta que os diga en qué ámbito
de actuación se me dijo que buscara…
Darío: Bueno, bueno, pero no debemos olvidar que se nos pidió algo más, por lo
menos a mí, y creo no ser el único…
Maitane: ¿Te refieres a lo de la hipotética colaboración con donativos, Darío?
Darío: ¡Eso es!, creo estar en lo cierto si apunto que a todos se nos pidió lo
mismo llegado el caso… (El resto asiente)
Evita: Y solo por esto, vamos a tener una sorpresa que no olvidaremos en
nuestra vida, no acabo de imaginar de qué se pueda tratar, pero estoy ya con
unos nervios...
Alessia y Lucena: (Al unísono) Ni yo (ambas ríen)
Claire: Ni yo, aunque no lo creáis…
Carlo: Si nos lo dices así, habrá que creerte.
Evita: Pues yo no te creo, Claire, por lo menos no mucho.
Darío: Ni yo.
Maitane: Ni yo tampoco (risas generalizadas).
Jaime: (Llegando desde la cocina con una bandeja con
los postres y algo más) Mucho cachondeo se oye por aquí, ¿me he perdido
algo importante?
Darío: Es solo que ya no nos fiamos de Claire, creemos que sabe más de lo que
nos ha contado hasta ahora. Y, bueno, ya sabemos que todos hemos elegido
nuestra ONG y que todos estamos al corriente de la acción a realizar en un caso
hipotético, supongo que tú también…
Jaime: ¡Así es!
Alessia: ¿Qué son esos sobres que traes en la bandeja con los postres?
Jaime: ¡A mí no me miréis, yo solo obedezco órdenes de Claire! Me los dio con
la indicación de repartirlos justo ahora (Miradas
inquisitorias en dirección a Claire).
Claire: ¡A mí tampoco!, yo solo soy una intermediaria, ¡de verdad!, y desconozco
su contenido.
Jaime
reparte las misivas y se queda con la suya. Se miran unos a otros como pidiendo
permiso para abrir los sobres: permiso concedido por una impaciencia que está a
punto de mutar a histeria, lo que hace que todos extraigan el documento que
contiene rasgando de mala manera los sobres. Despliegan casi a la vez el folio
que aparece en su interior y se quedan observándolo, perplejos y en silencio,
con gestos inexpresivos en sus rostros, como no atreviéndose a creer que sea
verdad lo que leen.
Claire: (Pensando en voz alta) Así que Oxfam Intermón (internacional), esa
es la ONG que eligió por mí… (Risa nerviosa)
Lucena: A ver, chicos, una cosa… ¿vosotros también tenéis entre las manos un
listado con los últimos movimientos de vuestras cuentas corrientes? (Asiente el resto, uno a uno, o bien gesticulando o bien de
viva voz)
Alessia: Y, ¿todos tenéis al final, como yo, dos movimientos sospechosos, dos
transferencias, una recibida y otra emitida? (De nuevo
asiente el resto, cada vez más alterado)
Evita: (Mesándose los cabellos) ¡Joder con la
sorpresa, me va a dar un infarto!
Darío: Aseguraría, y no porque yo tenga nada que ver, que no tengo, que esos
dos movimientos en vuestros casos también son, como en el mío, de un millón
doscientos mil euros recibidos y…
Jaime: (Interrumpiendo a Darío con nerviosismo) … y una
donación de doscientos mil euros a nuestras respectivas ONG, la que escogimos cada
uno después de la charla con Claire, me juego la mitad de mi saldo actual a que
es así… (Todos asienten, taciturnos)
Carlo: (Cogiendo del hombro a Jaime) Visto lo
visto, esa era una apuesta sobre seguro, Jaime; no arriesgabas nada, amigo.
Maitane: Yo, por más que lo intento, no acabo de creer que esto sea serio. Me
parece estar inmersa en una versión burlona de los Diez negritos de Agatha
Christie en la que lo único que irá desapareciendo, y menos mal, será nuestra confianza
en que el caramelo sea en verdad para nosotros y en la que al final se nos
quitará de la boca. Una broma, solo una broma, en efecto; eso sí, de muy mal
gusto.
Carlo: ¿Por qué te enfadas tanto, Maitane, no puedes considerar, por un momento,
que sea verdad?
Maitane: ¿Verdad?, creedme si os digo que no lo creo. ¿Y que por qué me enfado
tanto?, pues porque estoy segura de que la imagen de esos primeros diez
segundos de impresión en que arreglas todos tus problemas económicos… al final,
en una cura de realidad, acabará rompiéndose en mil pedazos como lo haría la
luna de un espejo que ya no soporta reflejar la imagen de la cruda verdad, y yo
ya no estoy para estas bromas. (Inspira durante una
breve pausa) ¿Quién tiene tanto dinero…? Y, lo relevante aquí, ¿quién,
teniendo toda esa fortuna, la repartiría con nosotros? Pensadlo. Lo siento, no tengo
ánimos para seguir la velada; ya me contaréis en qué acaba este sainete, yo me
voy a casa, disculpadme.
Maitane
se levanta y lanza un beso al aire que esparce para que figuradamente llegue a
todo el grupo. Este ve como se dirige hacia la puerta de salida. Lucena se
incorpora en su sitio.
Lucena: Espera, no te vayas Maitane, por favor. Sea lo que sea al final, no
deberías de tomártelo tan a pecho, sabemos que el que ha organizado todo esto
nos conoce muy bien; no querría reírse de nosotros, estoy segura de ello, ya
verás cómo hay una explicación.
Alessia: Y recuerda que se nos dijo que recibiríamos una gratísima sorpresa. ¿Por
qué no darle una oportunidad a lo que reflejan estos papeles? Y, al margen de
esto, ¿no crees que lo mejor es que todos estemos juntos cuando todo esto se
aclare?
Maitane: (Lo piensa un instante y vuelve a la mesa)
Quizá tengáis razón, quizá debamos continuar juntos todo el tiempo que sea
necesario; supongo que nunca hay que tener miedo de soñar más a lo grande,
¿verdad?...
Darío: ¡Bien dicho, esa es mi chica! (Algunas miradas interrogativas
a Darío)
Claire: Bueno, chicos, ¿y ahora qué? Porque yo, desde justo antes de abrir los
sobres, estoy como vosotros.
Evita: ¡No, cariño, no! Tú al menos sabes quién ha preparado esos sobres y organizado
esta velada; velada que, por cierto, será inolvidable por siempre, de eso no me
cabe la menor duda.
Lucena: (Dirigiéndose a Claire) ¿Nos dirás ya
quién es?
Claire: No puedo, ahora yo ya soy una más de vosotros, os lo he dicho; pero
estad tranquilos, no creo que tardéis en saberlo, o al menos eso espero...
La
tensión en el ambiente ha llegado a un punto elevado y, sin ninguna coordinación,
todos se levantan a la vez de la mesa. Jaime y Darío utilizan la cocina como
excusa y se dirigen a ella. El resto, o bien va al baño o bien al exterior a
fumar.
Escena II (y final)
Una vez
rebajada la tensión, todos están de nuevo en sus plazas, pensativos. Lucena
rompe el hielo.
Lucena: Un momento, tengo una idea, chicos: ¿Alguno de vosotros suele conectarse
con el móvil para ver los movimientos de sus cuentas bancarias?
Alessia: ¡Yo!
Espera, que miro… (Silencio sepulcral y miradas
expectantes y tensas de todos hacia Alessia) ¡Dios mío, es… verdad, está
ingresada la suma indicada en el impreso, aunque no se refleja quién es el
ordenante! También descontada la donación a la ONG, como era de esperar.
Explota
el júbilo. Se miran, exultantes, unos a otros, mezclando apretones de manos con
abrazos, con brindis. Jaime va a la cocina a por más cava.
Evita: No
creo que sea muy legal lo de emitir una transferencia desde una cuenta que no
es la propia, pero en este caso no seremos nosotros quienes lo denunciemos
teniendo en cuenta el movimiento anterior, ¿verdad, chicos? (Risas nerviosas)
Claire: ¡Aún
no me lo puedo creer! Debemos estar soñando. (Dando un
ligero codazo a Evita) Por favor, Evita, ¿puedes pellizcarme para ver si
lo estamos o no?
Lucena: (Alargando su mano hasta Claire, con cara de niña traviesa)
¿No te valgo yo? (Claire le saca la lengua)
Darío
bate las palmas reclamando la atención. El sonido ambiente baja de ruido a
murmullo.
Darío: Chicos, ¿os dais cuenta de lo que esto
significa? (Y mirando fijamente a Maitane) ¿Te
das cuenta, Maitane?
Maitane: La verdad es que estoy bloqueada, estaba casi convencida de que todo
resultaría una broma y ahora no puedo pensar nada, en nada…
Darío: Pues que ya no tendrás que lamentar más que no vayas a cobrar la
indemnización del seguro de vida de tu marido.
Miradas
de extrañeza de los demás miembros del grupo. Jaime, que vuelve desde la
cocina, baja su ritmo y se para, y continúa escuchando de pie, con atención, a
unos metros de distancia.
Darío: Ahora ya no tiene importancia su imprudencia al saltarse aquel stop, ni
que fuera bebido, porque ya no cambiaría nada, ahora tu tranquilidad económica
futura está asegurada; bueno, y la de todos nosotros.
Jaime: (Volviendo a su sitio en la mesa para mirar
alternativamente a Darío y Maitane) ¿Qué dices, Darío?, ¿es eso cierto,
Maitane?
Maitane y Darío: (Hablando y asintiendo con la cabeza a la vez) ¡Me
temo que sí! (Los dos se giran y cruzan una mirada cómplice)
Maitane: (Hablando para todos pero centrando más la
atención en Jaime) Sí, aunque desde un principio tuve esa sospecha, no
ha sido hasta hace unos días que me lo han confirmado, cuando por fin han dado
carpetazo a la investigación. (Silencio y miradas
atentas de todo el grupo) Sabía que murió en el acto, que no se podría
haber hecho nada por él aunque la ambulancia hubiera llegado al instante…
Jaime: (Interrumpiendo a Maitane) Pero…, ¿no lo
llevó una ambulancia al hospital?, ¿no quiere decir eso que aún seguía con
vida?
Maitane: Sí y no. Cuando llegaron a auxiliarlo estaba en parada y con el peor pronóstico,
lo llevaron al hospital con un último intento de reanimación durante el
trayecto, pero, insisto, había fallecido en el acto. (Maitane
oculta la cara tras sus manos unos instantes, antes de proseguir…) En
los días que siguieron no quisieron darme los demás detalles para no agravar el
duelo de los primeros momentos. Pero hay más, según un testigo hubo otro coche en
la escena, al que mi marido no implicó en su accidente de milagro; me han dicho
que el mismo testigo identificó el modelo: era un Leaf rojo, el utilitario
eléctrico de Nissan.
Evita: ¡Anda, como el tuyo, Jaime!
Todos
miran a Jaime.
Jaime: Como el mío no, ¡el mío! (Murmullos) Y
pensar que todo este tiempo me he estado martirizando por no haber dado media
vuelta para intentar ayudar…, (traga saliva y respira
hondo) aunque mi desconocimiento en técnicas de primeros auxilios unido
a mi nerviosismo en aquellos momentos —pensad que casi me mato…— no hubieran sido sino un estorbo. (Mesándose los cabellos) Hice lo que pude, ¡joder!, paré
en el arcén para llamar al teléfono de emergencias y di parte del accidente, después
seguí mi camino temblando de pies a cabeza; pero nunca lo consideré suficiente…
Maitane: ¡O sea que fuiste tú!, ¿por qué nunca lo contaste, ni siquiera a Darío?,
¿no es tu mejor amigo?
Jaime: ¡Lo siento!, siento haberos ocultado todo este tiempo mi relación con el
accidente. Siento haber actuado así, de veras. No sabéis la angustia que se ha
apoderado de mí desde aquel día, me siento tan avergonzado de mi proceder…
Lucena: ¡Encima que casi nos mata! No tienes nada que reprocharte, Jaime, nada.
Bastante hiciste…
Alessia: (Puesta en pie) ¡Un momento!, ¿has dicho «nos»? ¿Qué pasa aquí, qué no nos habéis
contado?
Lucena: Yo iba aquella tarde con Jaime… (Todos quieren
hablar a la vez: «¿Qué, cómo…?») Por favor, dejad que os cuente… (Pausa larga) Jaime y yo nos vimos un par de veces
antes del accidente, y ese día fue la última. Paseos, cafeterías y algún cine,
nada serio, nada más. No os dijimos nada de lo nuestro porque lo dejamos en
pausa de mutuo acuerdo… (mirada cómplice a Jaime que no
obtiene su propósito) al sufrir ese incidente. Y antes de que
preguntéis, hace siglos que mi matrimonio ya no es una pareja; si esto lo
supiera mi marido, creo que hasta le daría igual.
Jaime: Pues ahora que ya lo saben todos, y que yo me he quitado esa losa de encima,
considero que es el momento y lugar para pedirte delante de nuestros amigos,
Lucena, que continuemos a partir del «nada serio, nada más», a ver hasta dónde
podemos avanzar. ¿Qué me
dices?
Lucena: Que me lo tengo que pensar. (Caras de decepción)
¡Un segundo! ¡Ya está! (Caras de expectación)
Sí. ¡Te digo que sí! Y ahora, sí que sí, tengo que dar el paso de separarme de
mi marido. (Silencio roto con aplausos)
Claire: Una cosa, a ver si me aclaro, porque me estoy perdiendo, ¿qué tienen que
ver las transferencias con el accidente, alguien lo sabe?
Jaime: (Después de beber un sorbo de cava) Nada,
en absoluto, que yo sepa. La casualidad ha querido que ambos temas compartieran
velada. Al final, a los postres yo he tenido un plus por partida doble con mis particulares
regalos sorpresa. Será el destino…
Evita: Pero, lo de la transferencia, ¿al final va en serio, no es un juego o una
broma? (Piensa un instante, y dirigiéndose a Jaime)
No puedo creerme que esto sea a lo que te referías con «asuntos personales» el día que vine a pedirte trabajo,
cuando por cierto me crucé contigo, Claire. (Y dirigiéndose
a esta) Claro, como tú estabas metida en el ajo, por eso te pillé aquí,
ultimando detalles, ¿no es cierto?
Claire: Que estaba metida en el ajo, sí, obvio, pero no que tuviera nada que ver
con mi visita aquí cuando nos cruzamos. (Mirando de
reojo a Carlo que asiente con la cabeza con disimulo) Acepté participar
en esta pantomima y citaros a todos; y ayudé a alguien con lo de las
entrevistas y demás, eso es incontestable, pero ese alguien no es Jaime. (Jaime niega con la cabeza confirmando la afirmación de
Claire) Ese alguien se mostró muy convincente aprovechándose de su
parentesco, pero yo no tenía ni la más ligera idea de sus intenciones; mejor
así, no creo que hubiera sido capaz de mantener semejante secreto.
Maitane: A mí me da un infarto si tengo que hacerlo, ¡¡¡ufff, es que es muy
fuerte!!! ¡Cuando se lo cuente a mis hijos…!
Alessia: ¡Un momento!, ¿qué has querido decir con lo de parentesco, Claire? (Pausa) ¿Carlo? ¡Tú llevas un tiempo muy callado, no
me digas que…!
Todos
miran a Carlo, que se pone de pie con su copa de cava en la mano derecha,
mientras que con la palma izquierda frena los posibles intentos de preguntas;
se separa un metro de la mesa antes de dirigirse a ellos.
Carlo: Sí, hermanita. Espero que no os hayáis enfadado mucho conmigo por este
juego, amigos, que ahora tenéis que asimilar. Pero tranquilos, enseguida
resuelvo vuestras dudas (da un largo y lento trago de
su copa). Os cuento:
»Resulta que estáis
ante el afortunado ganador del bote multimillonario del Euromillones del mes
pasado (muestras de alegría en el grupo), esa
persona desconocida que está volviendo loco a medio vecindario de Eibar y
comarca porque no acaban de saber quién es. Ya veis, la casualidad hizo que
sellara el boleto allí, en una visita por trabajo. ¿Recuerdas, Alessia, que le
encargaste a papá un portátil nuevo y que tenías cierta prisa?, pues fui a
buscarlo al almacén que nos surte y que está en entre Eibar y Ermua, y
aproveché para tentar a la suerte allí. Esta casualidad relacionada contigo,
hermana, ¿el destino, quizá?, hizo que pudiera pasar desapercibido aquí.
»En cuanto sospeché
de mí como único acertante al oír las noticias, intenté comprobar, con el nerviosismo que os imaginaréis, si estaba o no
en lo cierto; me dio un vuelco el corazón y algo más cuando pude confirmar que
sí poco después; en los días siguientes, y a pesar de la trascendencia del
asunto, intenté recuperar la cadencia de mis latidos y aparentar normalidad
mientras lo iba digiriendo todo poco a poco. Una noche, después de estar
trabajando toda la tarde en la tienda con papá (mira a
Alessia), y aprovechando que él se iba al cine y llegaría tarde, me fui
directo a casa a darle vueltas a la cabeza con la tranquilidad que da la
soledad. Me abrí un botellín de agua, sí, ¡de agua!, hasta yo me extrañé... Encendí
la tele sin preocuparme de cambiar el canal que estaba sintonizado porque solo
necesitaba su compañía silenciosa y enseguida le quité el volumen; puse en el reproductor
el cd Foxtrot de Genesis y me tumbé en el sofá. Antes de la media hora empezó
un programa documental de África y las escenas que emitieron no pudieron impactarme
más por dramáticas; la grabación era de unos niños desnutridos y medio desnudos
tirados por un suelo de polvo y tierra; algunos intentaban arrastrarse buscando
alcanzar un futuro esquivo que se les escapaba de la punta de sus dedos, mientras
otros ya no podían ni siquiera percatarse de las moscas que se les posaban
encima en un ejemplo más de perversión cósmica; me puse en la piel de esos
reporteros a los que aquellos escasos segundos se les estarían haciendo
eternos, grabando con urgencia porque tenían que mostrárselo al mundo, porque
era su deber, pero deseando acabar a la mayor brevedad para poder asistir lo
antes posible a esas criaturitas, y ya no pude seguir mirando porque los ojos
se me llenaron de lágrimas. Apagué la tele como pude y me fui al baño a
enjuagarme la cara. Con la cara despejada me miré en el espejo y en ese momento
justo empezó a sonar Horizons; entonces
lo vi claro: antes incluso de preguntarle a mi imagen en voz alta «y tú, ¿hacia qué horizonte mirarás a
partir de ahora, Carlo?» ya me estaba respondiendo, con la convicción que da la seguridad, o al
contrario, ¡qué más da!, «hacia uno que incluya el ver al máximo número posible de esos niños
y sus adultos creciendo y viviendo con dignidad, alejados de la inmoral miseria».
»Fue en ese momento cuando se me ocurrió la idea de compartir el
premio con todos vosotros, ¡¿con quién, si no?!; (y
mirando a Alessia) y con nuestros padres, hermana, ¡faltaría más!
Alessia: (Interrumpiendo a su hermano) ¡Vale!, ahora entiendo tu lapsus, hermano;
cuando me dijiste que papá «estaba» retrasando su jubilación te traicionó el subconsciente al hacerte
considerar ya la nueva situación de desahogo económico; recuerdo que enseguida
corregiste a «está». Era imposible comprender entonces
la diferencia de matiz entre ambas palabras… (Se queda
pensativa)
Carlo: (Recuperando la palabra) Continúo: … pero quería compartir mi suerte también con todas
esas ONG que se han nombrado antes, ¡claro! Y llegados a este punto, os debo
una explicación. Algunos os preguntaréis, quizá, cómo es posible que haya
podido ordenar todas esas transferencias desde vuestras cuentas… Mi intención, al
final, era evitaros esa gestión hipotética que os había solicitado y asegurarme
así de que se realizaba lo antes posible, tal era la urgencia por mi
impaciencia. Bueno, resulta que para los directores de las sucursales en que
están vuestras cuentas, estaban justificadas de sobra por los ingresos previos…
y por las generosas propinas que recibieron por su cuidadoso trabajo y
discreción (Ríe). Todos, sin excepción, me
prometieron que estos dos movimientos no serían visibles por vosotros hasta
esta noche; y es que yo no quería que se estropeara la sorpresa por nada del
mundo…
»(Recobrada la seriedad y mirando a Evita) ¡Por
supuesto que lo de las transferencias es cierto, Evita, no es ninguna broma!, (y dirigiéndose ahora a Maitane) hubiera sido de muy
mal gusto, coincido contigo, Maitane; ese dinero es ya vuestro, podéis hacer
con él todo lo que queráis, todo menos regalárselo a Hacienda, ¿de acuerdo,
chicos? (Risa general)
»Y para terminar, os diré que fue entonces también cuando pensé en el
teatrillo con las citas en la consulta de Claire y en esta cena con su postre
especial… Entenderéis ya por qué tanto misterio, cuál era mi objetivo, ahora
que el dinero y el tiempo libre han dejado de ser un problema para mí, y creo
que también para todos vosotros (amplia sonrisa).
Carlo propone el enésimo brindis levantando su copa al
aire y el resto le imita; cuando el volumen sonoro sube, gesticulando con la
mano consigue que vuelva a su nivel anterior, todos le rodean en un abrazo antes
de terminar su monólogo cuando se separan de él…
»Y ahora decidme, amigos: ¿hacia qué horizonte miraréis a partir de
hoy?
Todos los personajes dejan sus copas a cámara lenta sobre una mesa en la que
los postres permanecen intactos y se dirigen hacia el borde del escenario donde
se colocan en una línea recta, paralela al mismo, de cara al público y se
dirigen a él:
Alessia: Y ahora…
Carlo: … decidnos,…
Claire: … querido
público:…
Darío: … ¿os
animaríais…
Evita: … a
mirar…
Jaime: … con
nosotros…
Lucena: … hacia
esos…
Maitane: … horizontes?
FIN
© Patxi Hinojosa Luján
(28/06/2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario