Escena I
Claire
está en un pequeño parque frente al restaurante de Jaime. Ocupa un banco y charla
animosamente por teléfono mientras se atusa el pelo.
Claire: (Usando su móvil, escuchando a su interlocutor)
Sí, supones bien, todos estaban muy extrañados pero nada se desvió del guion
que tenías previsto; quiero decir también que todos fueron puntuales al máximo:
cada vez que salí a la sala de espera a recibirlos me encontré con dos de ellos,
e incluso justo antes del final eran tres porque Evita se adelantó (pequeña pausa); no, por nada especial, ya sabes que
es muy, pero que muy nerviosa y no aguantaba más ni en su casa ni en la calle.
»(Pausa,
escuchando a su interlocutor) Algo así, cuando les pedí que bucearan por la red buscando información del
mundo de las ONG, a cada uno de un ámbito de actuación diferente, para al final
decantarse por una…, la verdad es que alucinaron. Alguien llegó a decirme que
eso bien lo podría llevar a cabo mi secretaria…, o incluso yo misma, a ratos en
casa. ¡Pero vamos!, los que no lo dijeron abiertamente, lo insinuaron, y todos,
estoy segura, lo pensaron. Menos mal que el caramelo que les puse en la boca,
el de una sorpresa a corto plazo, inesperada del todo y que podría cambiarles
la vida para bien, apartó de la escena la extrañeza inicial hasta
empequeñecerla. Todos sin excepción quedaron en enviarme el resultado de su
búsqueda vía mail lo antes posible y ya he recibido respuesta de cuatro de los
seis, se ve que están ansiosos por conocer la sorpresa (pequeña
pausa). Sí, claro, «estamos», porque yo, aunque dispensada de ese encargo al ser tu colaboradora, lo
estoy tanto como todos ellos, si no más.
»(Pausa,
escuchando de nuevo a su interlocutor) ¡Ok!, espero entonces a tener los seis mails y te los
reenvío, para que así puedas adjuntar esa información al detalle que dices que
personalizarás para cada uno. Bueno, el mío ya podrías ir preparándolo, ¿verdad?
(Risas) Venga, cortamos ya, me voy para la
consulta, que tengo algo de prisa porque con todo este asunto se me ha
acumulado trabajo atrasado. (Escuchando) Y, gracias por tu felicitación, no la merece. Otro beso
para ti, hasta pronto.
Después
de despedirse, se levanta del banco para dirigirse a su consulta, pero a los
tres pasos cambia de idea y vuelve sobre sus pasos para entrar un momento al
restaurante de Jaime...
Escena II
… a
saludar, pero al no ver caras conocidas en el comedor y, no queriendo perder
más tiempo, da media vuelta para abandonar el local; antes de llegar a la
puerta se topa con Evita, que entra en esos momentos.
Evita: ¡Claire, qué raro tú por aquí a estas horas…! (Se
dan un par de besos sin apenas contacto físico) ¡Cómo vivís las que
tenéis una profesión liberal!, máxime si tenéis tan poco trabajo últimamente
como para jugar a las adivinanzas con los amigos en horas de consulta…
Claire: (Haciendo caso omiso a este comentario) Y
tú, Evita, ¿me puedes decir qué trae por aquí a una trabajadora asalariada en
horario laboral? En todo caso, ¡yo también me alegro de verte!
Evita: (Duda un momento de si entrar al trapo de la
última puya, pero desiste) A ti te lo puedo contar, Claire; además, me
has pillado: He pedido un par de horas libres alegando una cita urgente con el
dentista por una infección de muelas que no tengo, porque en realidad lo que sí
tengo es una entrevista de trabajo y para eso he venido aquí. Estoy un poco
harta de la zapatería y el otro día, en tu consulta, surgió el tema con Darío,
con el que coincidí en la sala de espera, pero
eso ya lo sabes tú, (murmura), y le pedí el
favor de interceder por mí ante Jaime, ¡y aquí estoy! No os he comentado antes nada
por superstición, ya sabes que muchos pensamos que a veces los proyectos se
quedan en nada si se anuncian antes. (Gestos de Claire enlazados,
afirmando y negando con la cabeza) ¿Pero tú, no tienes consulta hoy?
Claire: Sí, ahora mismo voy para allá, pasaba por aquí después de una gestión y
he entrado solo a saludar, pero como no veo caras conocidas en el comedor ya me
voy, tengo algo de prisa…
Las dos
amigas se despiden, Claire sale del restaurante y Evita se dirige a la cocina.
Allí, Darío mira en la despensa, anota unas faltas en su libreta y desaparece
después de guiñarle un ojo a Evita y levantar un pulgar en señal de deseo de
buena suerte.
Evita: (Asomándose por la puerta de la cocina)
¿Se puede, Jaime?
Jaime: Adelante, Evita; llegas pronto, pero no importa. (Le señala una silla para que tome asiento mientras se desprende de su
delantal) Darío me comentó que estás pensando en cambiar de trabajo y
que estarías dispuesta a empezar a trabajar de pinche con nosotros. ¿Es así?
Evita: ¡Sí, así es! Es que, verás, no es solo que todo el trabajo sea para mí,
sin ayuda alguna, y créeme que es bastante, aunque eso no me acobarda; pero es
que se me hace muy triste el no tener ningún compañero con el que poder charlar
y desahogarme, llegado el caso (Hace una pausa buscando
un gesto de complicidad en su entrevistador, que cree encontrar en el brillo de
sus ojos, y continúa, decidida). Y aparte de esto, y para más inri, ya me
estoy cansando de disfrutar cada vez más a menudo del perfume de pies con
dudosa higiene personal. (Gesto de desagrado con una
mano en la nariz) Creo que se está perdiendo el respeto hacia los demás,
que hay un sector de la sociedad, no pequeño, que nos ve a los que estamos
detrás de un mostrador como sirvientes sin derechos, y a la menor oportunidad
que tienen intentan ejercer de amos, maleducados y tiranos. Una pena…
Jaime: Es cierto que algo de eso hay, no te lo discuto, pero no pierdas la fe
en nuestra raza. Soy de los que opinan que los que intentamos mejorar este
mundo, la mayoría silenciosa de la que hablan algunos, somos más, aunque,
¡claro!, metemos mucho menos ruido que todos los demás, esos a los que tú te
refieres, y están también los que utilizan además del desprecio con sus
actitudes denigrantes, la violencia física. Pero al final acabaremos ganando;
o, por lo menos, empatando (Ríen) En fin, que «me estoy yendo por los cerros de
Úbeda». (Carraspea)
»Por lo que me dices, entiendo que no te vendría nada mal un cambio de
aires, y nunca mejor dicho, (risas) aunque te
prevengo desde ya de que aquí no siempre se respiran olores agradables, piensa
en algunos pescados antes de cocinarse, pero bueno… (Meditando
con la mano en la barbilla) Te propongo algo: como estos días estoy un
poco liado con asuntos personales, (pausa) ¿por
qué no vienes a verme pasadas dos semanas, si es que sigues con la misma
intención, y formalizamos un contrato para ti? Tendrás tiempo para pensártelo
mejor, y verlo todo desde otra perspectiva…
Evita: ¡Gracias, Jaime!, no sabes lo que significa para mí el tener ese as en
la manga, la tranquilidad que me da ahora que he dado el paso. (Se levanta de la silla y le planta un par de sonoros besos)
Vale, nos vemos en un par de semanas. ¡Gracias otra vez! (Se gira, yéndose)
Jaime: (Poniéndose de nuevo su delantal) O
antes, quién sabe… (Sonrisa pícara)
(Continúa...)
© Patxi Hinojosa Luján
(28/06/2017)
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