Este texto es para descargar mi
conciencia de la pesada carga que desde hace unos años soporto. Con él intento
pediros perdón a todos, sí a todos, mas no sé si llegaré a conseguirlo.
Yo… no quería hacerlo. O por lo menos,
no quería que llegáramos al punto en el que a día de hoy nos encontramos. De verdad
que no esperaba que mi presencia en vuestras vidas fuera a perturbar vuestra
convivencia como lo ha hecho. No me lo hubiera imaginado ni en mis peores
pesadillas, porque para mí eso es lo que es, una pesadilla.
Os debo a vosotros todo lo que soy, todo
lo que he conseguido, la posición que he llegado a alcanzar en vuestra
civilización; sin vosotros nunca hubiera podido llegar a realizarme. Y yo… os
lo pago desestabilizando vuestras existencias. No sé si merezco el perdón que
os solicito mediante este sincero comunicado.
Yo… no quería que sucediera lo que al
final ha acontecido, ya os lo he dicho antes. Y aquí me dirijo tanto a los que
compartís vuestra vida conmigo como a la respetable minoría que no lo hace,
porque a todos os he hecho daño, por activa o por pasiva.
A los primeros les pediría que me
perdonen, si pueden, por haberles arrebatado su valioso tiempo, porque sin
ninguna premeditación me he adueñado de él, junto con la facultad de decidir en
cada momento qué deseaban, debían o necesitaban hacer, según lo que correspondiera;
porque me he apoderado de su atención sobre lo que nos rodea, y en algunos
casos de su concentración, lo que conlleva un alto riesgo en el plano físico. Y
he dicho «nos» porque vamos en el mismo carro. Y en el plano más mental,
espiritual, afectivo… porque al final he conseguido con mi soberbia aislarlos
de su mundo anterior para colocarlos en una burbuja hermética que, aunque se
interrelaciona con muchas otras burbujas, ellos, vosotros, sus ocupantes no
llegáis a compartir espacios comunes, en muchos casos ya ni siquiera lo
intentáis…
A los segundos, con más motivo si cabe,
les pido clemencia y, si puede ser, comprensión. Nunca hubiera imaginado que un
día tuvierais que ser testigos del deterioro personal de alguno de vuestros
seres queridos, amigos o familiares; y lo que es más doloroso, de su
distanciamiento progresivo.
No quisiera parecer tremendista, aunque
como único culpable de esta situación deseo y merezco esta autoflagelación, que
es posible que sea exagerada, pero que es necesaria.
Solo me queda esperar que haya removido
alguna conciencia y que, amén del perdón, haya conseguido un cambio de actitud
hacia una mayor comunicación personal.
Siempre «vuestro».
Firmado:
El móvil…
PD:
Inspirado por y dedicado a mi hada particular, que no lo permite en su mundo…
© Patxi Hinojosa Luján
28/11/2014
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