Veo tus preciosos ojos color azul
cielo y mar, y puedo apreciar que en su reflejo aparezco menos cobarde.
Oigo cómo me animas, sobre todo en
los momentos más oscuros; aunque en ellos siempre.
Huelo tu aroma, sin aditamentos, y
mi mente retrocede treinta y siete años, y es como si no hubiera pasado el
tiempo, sino que fuéramos nosotros dos los que hubiéramos pasado por el tiempo
sin apenas cambios… en el fondo; algo más en las formas, eso sí.
Saboreo el placer de tu presencia,
no ya a mi lado, sino en mi lado, en mi espacio, como si fuéramos un mismo ser,
siendo uno, lo que siempre ocurre cuando…
… al acariciar tu piel desnuda, con
toda la suavidad que permite mi torpeza, sin prisas y de arriba abajo, mis
manos se van acercando cada vez más a mi cuerpo, lo que indica que estoy
llegando a la cima de las primeras montañas en la escalada del placer, aunque
aún quede algún monte por explorar, por compartir, por gozar...
***
Después de la dicha, el sosiego,
la tranquilidad, la paz del descanso…
***
Veo un futuro que no deriva de
este presente, lo que reconforta mi alma.
Oigo sones de paz, aunque estos no
hayan sido propiciados por esos dos jefes de los «rostros pálidos», que en los
momentos actuales no lo son tanto.
Huelo el refrescante aroma de la
LIBERTAD, así con mayúsculas, para todos.
Paladeo el placentero sabor de la
Justicia Social Universal.
Casi llego a acariciar, a palpar,
a tocar la perfección sensorial…
***
Me despierto, o eso creo al menos,
pero no me quiero dar… no puedo darme ni el tiempo necesario para comprobarlo:
hoy solo deseo empezar a aportar mi granito de arena para que nuestro mundo se
parezca lo más posible, lo antes posible, al que mis sentidos han disfrutado
durante estas últimas horas en las que reinaba la Luna, estos días con un precioso
tono azulado matizando su gris plata, y yo me dejaba llevar por esos universos
paralelos de sentidos consentidos. Y en ello estamos…
Y así, de nuevo con el depósito
lleno de carburante, me predispongo —el tiempo dirá con qué éxito— para el
propósito que desde ya me he impuesto, la lucha contra los «sinsentidos
consentidos».
© Patxi Hinojosa Luján
(07/08/2015)
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