sábado, 19 de marzo de 2022

Hoy, que es el Día del Padre…

Me sorprendo pensando en ti, por esto que nos lleva golpeando el corazón desde hace tres semanas largas y, de repentemente, caigo en que hoy es el «Día del Padre». ¿Coincidencia, casualidad?, ¡quién sabe! Un gran amigo diría, lo creo casi con total seguridad, que causalidad; y, al fin y al cabo, ¡qué más dará! El caso es que lo aprovecho para retomar el contacto muchos meses después con estas teclas que me saludan extrañadas por el injusto abandono sufrido hasta hoy; así puedo desahogarme un poco de tantos sentimientos que me y nos ahogan en estos días inciertos.
         Y es que no puedo evitar preguntarme: ante tamaño horror, ¿cuál sería hoy tu postura y la de tu ajado carnet del PCE si tu cabeza fuera la misma que lo firmó en primera instancia a mediados del pasado siglo?; porque dos de los principales peones de la macabra partida son tu querida Rusia y tu casi venerada Ucrania, el «granero de Europa» como tú no te cansabas de recordarme con orgullo casi identitario. Pero hoy y aquí tengo que fingir que esa y otras muchas cuestiones no obtendrán respuesta porque te las llevaste contigo a la tumba.

        ―¿Cómo que no, hijo?, te podría sacar de dudas ahora mismo si tú quisieras dignarte a escucharme.
         ―¡Pero papá, que tú no puedes intervenir aquí, que te fuiste al otro barrio sin esperar al año 2000! ―respondo sobresaltado.
           ―¿Por qué no? Soy parte interesada y protagonista, ¡faltaría más!

        «Si alguien me viera u oyera en estos momentos pensaría que estoy loco, y no les faltaría razón.»

         ―¿Qué farfullas, hijo?, que mi oído ya no es el que era.
         ―No, nada, cosas mías. Por cierto, ni el tuyo ni el de muchos de nosotros.
        ―Eso te pasa por haber usado y seguir usando tanto los auriculares. Lo mío es por la edad.
      ―Es por tu estado actual; no te olvides de eso, papá, que parece que te costara admitirlo.
         ―Et voilà! Ya tienes todas las respuestas que buscabas en tu cabecita loca. ¡Con qué facilidad se hacen las cosas en esta dimensión, caray!
        ―¡Es verdad, es como si me hubieras contado otra de tus batallitas, de aquellas que me recreabas de pequeño, pero sin necesidad de decir ni una sola palabra y en un visto y no visto!
       ―Pues ya me voy yendo, hijo, que tengo más puertas a las que llamar con la curiosidad de saber si detrás de ellas también responden: ¿¡papá!?

         Ahora que ya casi no me oyes, tengo que confesarte que pienso que tú te envolviste en una imperfección adornada de las más hermosas imperfecciones, entiéndaseme…Y, como no me podrás ni delatar ni rebatir en público, y volviendo al asunto principal que nos ocupa hoy, presumiré aquí que intuyo lo que dirías, que imagino lo que pensarías… y que sé, a ciencia cierta, lo que sentirías, porque quiero otorgar su debida importancia a estos matices para nada sutiles.

         Hoy, que es el «Día del Padre», te siento… y te quiero.

© Patxi Hinojosa Luján

(19/03/2022)

No hay comentarios:

Publicar un comentario