lunes, 23 de abril de 2018

Sosiego al fin

Mi vigésimo quinta aportación a «Relatos en cadena», de cien palabras, en la Cadena SER. En esta ocasión teníamos que comenzar con «No seas impaciente...».

No seas impaciente, protestaban mis padres cuando, de pequeño, les arrancaba de las manos unos bocadillos apresurados. Años más tarde, lo mismo escuché en mis relaciones de pareja, siempre tras cada súplica mía al ver que no conseguía a la décima cita lo que mis amigos disfrutaban desde la primera. Y algo similar me dirían mis jefes cuando harto de esperar un ascenso lo dejaba caer sin sutileza; también sin esperanza.
Con el tiempo la impaciencia dejó de visitarme. Hoy espero impasible a que alguien me indique, antes de que aquella decida regresar, qué viene después de este confinamiento en un ataúd.  

© Patxi Hinojosa Luján
(18/04/2018)

sábado, 21 de abril de 2018

En tercera persona

(Imagen extraída del cartel anunciador de la obra «La tercera persona» de Ava Hocsem)


X es una persona especial. Cómo no, si todas las personas lo son. Z lo va conociendo poco a poco, sin prisa, no la hay. Pasan los días y, algunos de ellos, X le muestra una costumbre nueva, otros un gesto que Z no identificaba como tal; a veces una manía inconfesable, uno de sus muchos defectos, también un placer oculto, una pasión… Lo hace siempre sin teatralizar, con naturalidad, como quitándole importancia, y Z se siente tan a gusto con esa falta de pudor, que la complicidad va enraizando entre ellos.
En ocasiones Z se pregunta hasta cuándo durará así esta relación, mas enseguida desaparece tal inquietud al entrar en escena la nueva revelación de turno. Se aprecia con claridad que a Z le gusta cómo es X, que lo aprobaría sin dudarlo si esto de un examen se tratase.
Que X ama escribir es bien conocido por todos, pero Z acaba de descubrir hace unos párrafos que a veces, aunque sólo a veces, lo hace enmascarando la primera persona que correspondería al texto en una tercera que coquetea con el desapego.
Es extraño, pero desde aquel momento Z teme enfrentarse a los espejos y pasa de largo ante ellos con los ojos cerrados, temblando como un niño ante un payaso diabólico que le acosara. El temor a quedarse sin confidencias es manifiesto en él, ahora que creía conocerse mejor.
Y mientras, yo me sorprendo escribiendo en tercera persona, intentando difuminar el desapego, buscando identificarme con cualquiera de esas dos letras, o con las dos…

© Patxi Hinojosa Luján
(21/04/2018)

lunes, 16 de abril de 2018

Inevitable

Mi vigésimo cuarta aportación a «Relatos en cadena», de cien palabras, en la Cadena SER. En esta ocasión teníamos que comenzar con «Era nuestro sueño...».

«Era nuestro sueño y nadie nos lo conseguiría arrebatar, no en vano lo habíamos alimentado todos estos años con el mejor nutriente, nuestra deslumbrante imaginación. Y, como no le debíamos explicación alguna a nadie, a nadie se la dimos.»
Leyeron una vez más las palabras, sujetas con un imán en la puerta del frigorífico, intentando encontrarles sentido; y estuvieron de acuerdo en que sólo necesitaban las tres primeras, el resto se les quedaban un poco grandes. Las copiarían en un papel que dejarían junto a la bolsa de golosinas, ahora vacía, que encontraron en el armario. Seguro que sus papás lo entenderían…

© Patxi Hinojosa Luján, en Lisboa
(12/04/2018)

lunes, 9 de abril de 2018

Supervivencia

Mi vigésimo tercera aportación a «Relatos en cadena», de cien palabras, en la Cadena SER. En esta ocasión teníamos que comenzar con «Nos enviaban de una patada a las duras calles...».

Nos enviaban de una patada a las duras calles, cada vez más duras y menos «calle». Para cualquier espectador imparcial, aquello no era sino un irrespirable infierno gris. Para nosotros, el medio de conseguir un mendrugo de pan, algo de agua y un poco de atención, si la cosa se daba bien…
Ese caos tóxico de cemento molido escondía laberintos cambiantes, y no teníamos más remedio que adaptarnos a ellos, a sus nuevos diseños, a cada nuevo bombardeo.
Nuestra misión, volver a casa sanos y salvos con todo lo que hubiéramos podido encontrar en y junto a unos cuerpos que ya no lo necesitarían nunca más. Sencillo, ¿verdad?

© Patxi Hinojosa Luján
(05/04/2018)

miércoles, 4 de abril de 2018

La plaza del pueblo

Mi vigésimo segunda aportación a «Relatos en cadena», de cien palabras, en la Cadena SER. En esta ocasión teníamos que comenzar con «Pesaban muy poco pero aplastaban sueños...».

Pesaban muy poco pero aplastaban sueños a todas horas en cada uno de mis ahora clonados días. Lo peor no era que me impidieran dormir, lo peor fue la desesperanza que forzó la cerradura del cofre de mis sueños, liberándolos para anidar en otros corazones. Acepté que ya nunca más podría albergar uno y me rendí. Fue entonces cuando sucedió…
No me importaba saber a dónde me llevaban maniatado y zarrapastroso, las diminutas y leves gotas de agua ya no torturarían más mi cerebro ni mi piel. Y al ver el cadalso en el centro de la plaza recuperé la esperanza, la tortura había terminado.

© Patxi Hinojosa Luján
(22/03/2018)