En
ocasiones veo muertos… Pero no temáis, no estoy afirmando que tenga los poderes
del niño de El sexto sentido; los veo
en las sentidas palabras de unas personas que, antes de compartirlas, se cuidan
de quitar toda carga de sensacionalismo que haya podido anidar en sus relatos.
Lo hacen al acabar la misión de turno, cuando vuelven a casa,
a pesar de que ahora ya lo pueda ser cualquiera que les brinde un colchón cada
noche —aunque esté tirado en el suelo— donde pasar unas pocas
horas de descanso desvelado mientras el cuerpo recupera parte de la energía
perdida.
Vuelven más delgados, siempre, pero el peso perdido se
compensa con creces con las nuevas experiencias vitales que cargan, cada vez
más orgullosas y ajadas, sus mochilas, las dos. Sin ser conscientes, y de
antemano, ellos ya han dado por bueno el trueque, ese quid pro quo no buscado y que ninguna de las dos partes pareciera reconocer;
y es ahí donde aportan lo más valioso de que disponen, no solo ellos sino
cualquier ser humano, su tiempo.
Una vez leí en las dependencias de una empresa de servicios
lo siguiente: «No cobro por lo que hago, sino por lo
que sé». No es que me parezca mal, que no, pero ellos no obran igual, aunque
podrían, son de otra pasta; han despojado a su valioso tiempo de cualquier
matiz mercantilista y al compartirlo se convierte en un regalo de un valor
incalculable.
Su tiempo… Cuando hablamos de él hablamos sin ninguna duda de
tiempo de «superhéroes», viviendo como estamos en esta época que, por
muchos motivos y por necesidad, se ha transformado en un tiempo de «superhéroes».
Ya veis, dos «tiempos», mas un solo objetivo.
***
A veces imagino capas que ondean al viento buscando un reparto
más justo de los recursos, y cuando cierro los ojos constato que no son de
colores llamativos ni tienen artísticas iniciales bordadas; entonces me digo: ¡ni
falta que hace!
Lo confieso, también veo esperanza, en ocasiones…
© Patxi Hinojosa Luján
(19/06/2017)
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