¿Qué será lo que le ponía su madre? La pregunta le martilleaba las sienes cada vez que, al acabar el
recreo, sus extenuados amiguitos regresaban a clase buscando unos asientos que se
convertían en los más cómodos sofás; porque, mientras, él lo hacía tarareando
canciones sin el menor signo de fatiga.
Cuando un buen día se animó a
hacerle la delicada pregunta a su madre, ésta le contestó con evasivas, admitiendo
sólo que manejaba un ingrediente secreto que a veces incluía en el bizcocho del
desayuno.
Y entonces le asaltó una nueva
pregunta: ¿sería por eso por lo que tenían casi siempre los ojos tan rojos…,
los dos?
© Patxi Hinojosa Luján
(08/11/2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario