No podremos salir del castillo hasta el próximo Halloween, en esta lúgubre estancia
todos lo tenemos asumido. Incluso la pequeña Selene, tan distinta ella, lo acepta
porque aspira, entusiasmada, a participar en el ritual de cada año; pero nuestra
hermana no entendió que papá prescindiera de mamá poniendo en riesgo nuestra triunfal
aparición anual. Es cierto que, poco después, ella
colaboró una última vez en los festejos con su caracterización más realista,
rígida y fría; sin embargo, hoy su presencia sería inadecuada.
Brota ahora aquel recuerdo en
mí: Papá buscándose en los espejos, gritando que el desliz de mamá no podía
quedar sin castigo, que por eso la momificó...
© Patxi Hinojosa Luján
(15/11/2017)
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