Corrían
años sombríos en los que la utopía, con la ligereza que otorga la soberbia, nos
engañaba disfrazándose de esperanza. Un nudo en la garganta le impidió calzarse
el disfraz que requería la ocasión; ni siquiera fue capaz de colocarse la
máscara adecuada. Titubeó al ofrecer una modesta propina a aquel operario al
que vio bajar las escaleras a la par que lo hacía su ánimo, pues como casi
siempre era portador de unas noticias que hubiera deseado no portar jamás; entonces
cerró la puerta y, en una reacción vehemente, hizo una bola deforme con el papel
del telegrama y la arrojó con furia contra una pared que apenas la sintió.
Hacía
días que algo no iba bien, que en aquel rincón de Mar del Plata que lo acogió años
atrás y en cuyas playas solía perderse buscando el reflejo y la llamada de su
tierra cuando le invadía la morriña, sólo encontraba plomo, y esas olas que le confiaban
sus secretos desde lejos antes de romper en sus orillas, lo hacían ahora en un
dialecto que no lograba entender, o no quería…
Acudiría
a la llamada, sí, mas con la seguridad de que sería ya demasiado tarde.
© Patxi Hinojosa Luján
(09/11/2016)
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