Aquel
día, cuando aparentando ser caprichosa te pedí la Luna, bien sabías tú que me hubiera
conformado con un simple paseo bajo su mirada protectora, pero enseguida te sorprendí,
huidizo, buscando regalarme el más bello eclipse.
Sugerí
en ocasiones que me acompañaras más allá de la pasión, a ese reino embrujado donde
las miradas descansan en parpadeos que, consonantes, riman entre sí hasta componer
los más hermosos poemas, mas cada vez tú intentaste retenerme en tu apasionante
poesía asonante.
Y
al final del principio, cuando casi te perdí como nunca, me ayudaste a
encontrarte para siempre.
Me
quedo con eso.
© Patxi Hinojosa Luján
(28/01/2017)
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