Ignoro
qué desperté en ti;
Qué
hizo que te mudaras,
Imprudente,
sin dudar,
Al
voluble mundo de mis dudas.
Con
qué palanca tropecé,
(Debió
ser eso…),
Que
activó en ti la insensatez
De
otorgarme el beneficio
De tantas visitas de tu piel
Tan
reñidas con el pudor.
Yo,
que recelo de la suerte,
O
más bien de su perverso reparto,
(Bastante
he visto ya trapichear con ella
En
los bajos fondos de la alta suciedad),
A
menudo sospeché de una mano negra,
Que
al final, por una vez, se distrajo.
Mas
aún desconfío de lo que escribo.
Sospecho
que aún cuelgo de hilos,
Transparentes,
que alguien maneja
Y
temo incluso que tampoco sea yo
Quien
haya decidido vivir
Aferrándome
a este edén.
Dudo,
ahora, que consiga interpretarlo,
Formulando
una explicación verosímil,
Aun
oteando desde la atalaya
De
ese arco iris de tonos grises
Del
que también dudo
Y
que ayer abandonaste por mí.
Y
yo, que a veces me siento
Tan
irreal, etéreo e incierto
Como
la sombra del silencio,
Por
dudar,
Hasta
dudo, oíd bien,
De
que me quepan ya más dudas.
© Patxi Hinojosa Luján, dubitativo
(19/07/2017)
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