A veces
pruebo a quitarme el disfraz de desinterés por lo más cercano y deambulo de
incógnito por mi ciudad en un intento de empatizar con mi pasado; porque os
confieso que, de un tiempo a esta parte, huele a pasado, un pasado con el que me
deleito buscando pistas para enfrentar el futuro con la confianza que da la
ventaja de estar jugando en casa.
Os hablo de un pasado en el que me sumerjo sin miedo; sus
limpias aguas se han desprendido de toda carga negativa que, cual poso, ha sedimentado
en el fondo del olvido.
Esta vez me he quitado el disfraz que os comentaba justo cuando
ella, mi ciudad, se calzaba el suyo favorito, ese que desempolva cada año para
inundarse de fiesta, de color, música y tradición, y me ha gustado lo que he
recordado, porque todo con lo que ha disfrutado mi vista no era sino un reflejo
de un pasado en común con vosotros, mi querida gente.
¿Recordáis, amigos, aquellos tiempos en los que en raras
ocasiones nos acordábamos de hoy? Pues bien: hoy, en una suerte de paradoja
vital, le he devuelto un saludo —que vagaba en una encrucijada
de dimensiones— a mi yo pasado, y he constatado que ambos seguimos
viendo la misma inocencia en los ojos del otro; mas no temáis, he cerrado enseguida
el bucle temporal para evitar posibles fugas de sentimientos, ¡significan tanto…!
© Patxi Hinojosa Luján, dedicado
a los amigos de la cuadrilla, con cariño
(01/07/2017)
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