miércoles, 15 de abril de 2015

Daño efímero


       En un principio, en términos absolutos diría que soy mayor, muy mayor; al menos así me siento en estos momentos. También es cierto que, tal y como dicen algunos entendidos, según con quién se me compare aún podría considerárseme un joven a punto de iniciar el viaje hacia su madurez. Esto sería ya en términos relativos.

       Lo sé, puede que esto no tenga mayor relevancia, pero quería poneros en situación y presentarme para informaros de que, aunque a estas alturas de mi existencia he visto y padecido mucho, demasiados cambios ya,…

       —… lo que siento ahora es diferente, y por eso me he permitido acudir a su consulta virtual. Le cuento, Doctor:

       »Desde hace unos minutos, siento como si mi cuerpo hubiera sido violentado, atacado por un ejército destructivo que en mis partes más compactas jugara con él rayendo por capricho en muchos y dispares sitios para colocar los despojos arrancados en cualquier otro, con o sin tratamiento previo; es como si esa tropa invasora quisiera cambiar mi fisonomía, incluso modificando también las trayectorias de las arterias que conducen el líquido sustentador de mi vida, mientras propaga por ellas una infección que ya siento e interiorizo, lo que me preocupa sobremanera. Y lo mismo hace en las otras partes, las más flácidas, donde el cambio es mucho menor por la complejidad que conlleva en todos los sentidos, aunque la propagación de la plaga sea similar.

       —Mientras me estaba contando todo esto, —interrumpe el Doctor, al tiempo que da una indicación gestual a un colega— me he permitido solicitar a mi equipo médico-científico-filosófico un estudio completo de todo su cuerpo, tanto de su interior como de su exterior, que parece que es el que más le preocupa, ¿no? No tardaremos en tener los resultados… Bien, aquí están, les echaré un vistazo…

       »En efecto, lo que me temía. Tengo dos noticias para usted, una mala y la otra buena, ¡lo típico, vamos! —Silencio incómodo—. Supongo que querrá que le transmita primero la mala, es lo habitual…

       »Como presumíamos, padece una infección, que podríamos etiquetar de grave. Está producida por un parásito que lleva más o menos una semana habitándole, aunque no ha sido hasta hace unos escasos minutos cuando se ha podido sentir su nociva presencia al haber derivado en una especie muy letal para todo su entorno, tanto animado como inanimado. —Continúa el silencio, esta vez interrumpido por una inesperada y figurada carraspera, por ambas partes.

       »La  buena es que, a pesar de ello, hay esperanza de que pueda superarlo. La infección es, como le he adelantado, grave, aunque el trastorno será efímero y las secuelas… escasas a medio plazo, a pesar de la gravedad inicial. Y le explico por qué: El informe indica que muchos individuos de esa especie han desarrollado un instinto destructor también para con sus congéneres, por lo que en menos de una hora se habrán extinguido debido a su propia autodestrucción, lo que creemos que acontecerá antes de que sea demasiado tarde para el mantenimiento de su integridad.


***
       El Noticiero galáctico de la Vía Láctea, ha abierto hoy con la siguiente primicia:

       «En pleno cambio desde la pubertad a la madurez del planeta Tierra, una parásita y destructiva raza, llamada humana pese a estar integrada por sus autodenominados hombres y mujeres, ha poblado su corteza invadiéndola durante algo más de una semana, y provocándole una gravísima infección en su última hora allí, antes de desaparecer como por arte de magia tal y como había llegado, por suerte antes de llegar a contaminar también a otros astros de su entorno cósmico que ya había empezado a visitar con frecuencia. Eso sí, su legado continuó en la memoria terrestre durante unas pocas horas más. Continuamos…»

       Noticia destacada del noticiario de hoy:

       «Han sido declarados desiertos tanto el primer premio como los accésits de la decimosegunda edición del concurso “Fotografíe el instante mismo del ‘Big Bang’ sin la ayuda de ‘agujeros de gusanos’”; ya está abierta la inscripción para las ediciones decimocuarta, decimoquinta, decimo…»


       Nota del autor: He intentado equiparar la vida de nuestro querido planeta (sí, para algunos querido, y mucho), a la de una persona, siempre y cuando consideráramos que el universo (el ente más antiguo que podemos examinar) fuera ya anciano. Las equivalencias extraídas de esta comparativa para los diferentes segmentos horarios son, en consecuencia, aproximados, aunque espero que clarificadores por no alejarse mucho de la lógica. Hay que tener en cuenta que se han usado los datos que a día de hoy obran en nuestro poder, a los que se les han aplicado los cálculos de una ciencia exacta como es la matemática…

© Patxi Hinojosa Luján
(15/04/2015)

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