Surfeando
el sopor que genera el movimiento —a veces no tan suave— de este vagón que transita
sobre las inseparables y paralelas líneas de hierro, intento no caer a sus provocadoras
aguas, no antes de poder trazar al menos un par de piruetas de esas que se
cobijan en las danzas literarias para engalanarlas. Y en ello estoy. Danzas, piruetas…
quién sabe si me visitarán en esta ocasión las musas; si lo hacen, quizá lo dejen
para el final, si acaso, como en alguna que otra ocasión que ya no recuerdo…
Lo
intento, sí, pero cada dos por tres relajo seis de mis dedos; entretanto, mi
mente vuela junto al recuerdo de lo que pueda llegar. Y me veo como el coprotagonista
de esas películas antiguas, salpicadas de sus tan familiares como molestas imperfecciones.
Ocurre que, en ellas, a veces me acompañan unos seres queridos que siempre estarán
conmigo a pesar de las distancias pesarosas; a veces me encuentro solo,
saboreando mi soledad. Es entonces cuando la pluma y el teclado esperan,
pacientes, a que las nubes a las que suelo subir descarguen todo el peso que
las desequilibra, incluyendo el de mi despistada imaginación; tan despistada
como esos estudiantes que se distraen incluso con las escasas y discretas moscas
de invierno.
Por
ejemplo, ahora mismo me encuentro en uno de esos lapsos donde…
«…
me veo con unos cuantos años menos —kilos también, añado— en unos grandes
almacenes, con la ilusión intacta de un niño reflejada en la cara, buscando en
las estanterías de discos el último álbum de Elton John, recién salido de la
prensa: Blue Moves. Este es el día en
que se pone a la venta en todo el mundo y ahí estoy yo para conseguirlo no más
tarde que los demás fans repartidos por la vasta geografía mundial y entre los
que, aún, no puedo llamar amigo a ninguno».
Veo
la escena como si fuera ayer porque solo
han pasado cuarenta años. Me veo localizándolo mientras…
«…
mi mano alcanza a coger un ejemplar de ese vinilo; estamos en 1976 y en esta
época toca elegir entre disco de vinilo y cinta de casete y, claro, no hay color.
Recuerdo que pienso: ¿cómo sonarán las nuevas canciones? ¿Se parecerá este
trabajo en algo a esa obra de arte que nos regaló el pasado año? No tengo ni la
más ligera idea, no he tenido ocasión de oír ningún adelanto, cosas de ese
internet aún no imaginado para la mayoría de los mortales. La azulada portada
me descoloca un poco…»
…
aunque, ahora que lo pienso, más aún lo hará la primera audición. En efecto, yo
esperaba escuchar algo así como el «Captain
fantastic and the Brown dirt cowboy, part two» y no, no lo era, como no lo
fue ningún trabajo hasta treinta años después, pero esa ya es otra historia. En
todo caso, a la tercera escucha me sedujo y me atrapó para siempre entre sus
redes musicales, una de las cuales, Tonight,
se mantiene igual de bella cuatro décadas después.
Abro unos ojos que no había cerrado y enfoco el entorno en el que me hallo. Caigo
en la cuenta una vez más del heterogéneo conjunto de vidas ajenas y anónimas que
me rodea e intento imaginar toda la riqueza que esconden. Eso es algo imposible
e intangible, así que vuelvo a mis cosas: Pues bien, como el long play de Blue Moves fue, en efecto, el primero que adquirí en el momento de
su publicación, siempre le he tenido un especial cariño; quizá por ello he decidido
regalarle una nueva vida en otra compañía y por y para ello viaja conmigo en
estos momentos en los que los carriles se han aproximado 233 mm como por arte
de magia al pasar al ancho europeo y la velocidad ha aumentado de un modo
considerable. He pensado que estaría mejor con la persona que se convirtió en
mi primera amiga dentro del grupo de fans de Elton, y con quien me reencontraré
en pocas horas, si las hadas de la puntualidad ferroviaria no nos abandonan;
por eso, con el mismo cariño con que lo he conservado todos estos años, se lo
ofrezco como una tramposa, por anticipada, herencia en vida.
Tenéis
suerte amigos, el tren se mueve ahora demasiado como para continuar con la
tortura que significa seguir escribiendo con estos bandazos, de cualquiera de
las dos maneras. Y como este texto no da para más, recojo los bártulos y
mientras bajo los párpados pienso…
«Tonight, durante la peculiar mudanza, aunque
los altavoces permanezcan en respetuoso silencio por las tardías horas, nada
podrá impedir que Blue Moves suene en
nuestras cabezas a todo volumen».
Mi
compañero de asiento no entiende nada, luzco una amplia sonrisa a pesar de haberme quedado dormido.
© Patxi Hinojosa Luján
(02-25/06/2016)
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