No sé cómo lo hacen,
pero suelen intuir cuándo ellos van a acabar apareciendo y se reivindican a su
manera, con un juego de seducción no provocada que esconde la exigencia de que
se las exhiba; es entonces cuando las sacamos a pasear para que así se oxigenen
un tanto y puedan lucirse en presencia de aquellos. Ellos acuden siempre a un encuentro
que jamás se retirará de la cartelera, bien es cierto que en ocasiones camuflados
en esas sombras que remodelan sus siluetas, mas en la mayoría luciendo sus
mejores galas lumínicas.
Lo
cierto es que ellas juegan con ventaja, el crupier de ese casino que se nos
aparece a la vuelta de cualquier esquina en nuestras intrincadas vidas les
reparte siempre las mejores cartas al no poder resistirse a sus encantos; los
entiendo, ¿quién lo haría al embrujo que simulara el guiño de las quintas
pestañas de unos preciosos ojos color verde promesa? A ellos eso les preocupa
más bien poco, ya jugaron sus partidas más importantes y ahora solo aspiran a
que sean recordadas, a que se les tenga presentes.
¡A
veces las emociones están tan unidas a los recuerdos, a veces…!; pero siempre lo
hacen iluminando todo con su brillo especial.
***
Hay
una mesa que siempre está preparada desde el mes anterior, y a pesar de que las
órbitas de nuestras vidas giren ajenas a ello durante esos treinta días, al
final nos conducen hacia aquella atraídas por su cautivador magnetismo. Unos
platos y unas copas nos esperan cuando hace un buen rato que las emociones y los
recuerdos se repartieron los papeles en la representación; y mientras transcurre
el tiempo de esta, chocamos esas copas, y aunque haga casi media vida que nos
miramos a los ojos al hacerlo, puede que sea por aquel brillo especial por lo
que siempre somos capaces de ver cada vez un poco más dentro.
A
veces nos dejamos llevar por ellos, por ellas; a veces…
© Patxi Hinojosa Luján
(11/05/2017)
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