Estaba el otro día escuchando la radio; hablaban
de alta costura y su influencia en nuestra sociedad, asunto serio donde los
haya, cuando, de repente aunque con aviso previo, cambiaron de tema y se
pusieron a hablar de platillos volantes, de ovnis, vamos… A punto estuve de
cambiar de emisora, pero algo superior a mí hizo que dejara tranquilo el dial, supuse
que sería la curiosidad.
Yo, que nunca he creído en todo
esto de los fenómenos paranormales y de las posibles visitas de seres
extraterrestres, aluciné con los testimonios de personas que llamaban al
programa para compartir sus supuestas experiencias. La verdad es que me irritó sobremanera
la carga de trascendencia y verosimilitud con las que las acompañaban, como si
pensaran que los oyentes les estábamos creyendo; y eso estaba reñido con la clara
evidencia, a todas luces.
Cuando terminó el programa,
apagué el aparato y salí de casa. Había leído que ese día estrenaban la nueva
película de un joven director que parece ser que prometía, y yo tenía ganas de
cine esa noche. Hacía un buen rato que había anochecido por lo que conducía
despacio por la ciudad, he de reconocer que mirando de reojo al cielo, aunque no
esperando ver nada raro.
Y entonces lo vi, un círculo perfecto,
muy brillante, de color verde, inmóvil ahí arriba justo encima de nosotros.
Frené de golpe, oí frenadas detrás de mí, supuse que de personas que, como yo,
admiraban extrañadas el espectáculo. Casi sin darnos cuenta ascendió sin hacer
ruido alguno cambiando su color al del sol, mas fue solo un instante porque al
momento nos retaba desde una posición un poco más elevada a la vez que adquiría un nuevo color: rojo intenso y muy brillante. Ahora recuerdo que oí algún sonido
estridente y agudo que no pude interpretar al estar hechizado por la visión. De
repentemente —¡uy, perdón!—, volvió a descender y a mutar de color hasta el
verde con que se nos presentó al principio. Yo ya no sabía qué pensar, deslumbrado
como estaba por el espectáculo, cuando volvieron a sonar los diabólicos ruidos
acompañados en esta ocasión de unos sonidos guturales, como llegados de
ultratumba, entre los que… algo sí llegué a entender:
—¡¡¡¿¿¿Pero tú eres gilipollas???!!!,
¡¡¡arranca ya que se nos va a volver a poner el semáforo en rojo otra vez…!!!
© Patxi Hinojosa Luján
(02/09/2017)
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