lunes, 21 de marzo de 2016

Sin salida


La estancia estaba en penumbra; reinaba en ella un silencio inquieto, un silencio que intuía que algo vendría a perturbarlo en breve. Robert despejó su escritorio con una inusitada violencia, ayudándose del dorso de la mano izquierda, arrojando al suelo todo cuanto reposaba en su superficie; después se dejó caer en el sillón y ya acomodado en él se acercó al borde de aquél. Cerró los ojos mientras apoyaba ambos codos en la noble madera y se tapaba la cara con las manos. Se mantuvo así durante breves segundos hasta el instante en que, decidido, sacó un revólver de uno de los bolsillos de su chaqueta. Lo miró con un gesto de indiferencia, puso el cañón en su sien derecha y apretó el gatillo. La detonación alteró por un instante a un silencio que enseguida volvió a ser el de antes.
—¡Corten! —gritó con una forzada y triste sonrisa Phil, el director de la película que se estaba grabando en interiores en esos momentos.
Robert era un uno de los personajes principales, un actor que a media grabación de la que iba a ser la película que le diera el espaldarazo definitivo a su accidentada carrera, vio cómo se quedaban sin parte del presupuesto por la retirada del proyecto de uno de los principales productores que habían apostado por él y se reescribía el guion, quedándose sin la mitad de su papel y, por consiguiente, también de sus honorarios. No pudiendo soportar ambas mermas, tomó la fatal decisión al aceptar la idea de que no podría afrontar los pagos de la millonaria inversión en la que se acababa de aventurar, entre otros motivos.
—George, ya está, la escena ha quedado perfecta a la primera, no haremos más tomas —dijo Phil mientras se acercaba al actor que interpretaba a Robert. De repente, paró en seco y abrió los ojos como si quisiera que escaparan de sus órbitas— Pero eso… eso no es un revólver, ¡no es el revólver de la toma, es una pistola! ¡Dios mío, se ha disparado de verdad, se ha suicidado! ¡Que alguien llame a la policía! —la sangre de George manaba del orificio de entrada de la bala mezclándose con el fluido rojo que habían usado para dar verosimilitud a la escena.
George era un uno de los actores principales, un actor que a media grabación de la que iba a ser la película que le diera el espaldarazo definitivo a su accidentada carrera, vio cómo se quedaban sin parte del presupuesto por la retirada del proyecto de uno de los principales productores que habían apostado por él y se reescribía el guion, quedándose sin la mitad de su papel y, por consiguiente, también de sus honorarios. No pudiendo soportar ambas mermas, tomó la fatal decisión al aceptar la idea de que no podría afrontar los pagos de la millonaria inversión en la que se acababa de aventurar, entre otros motivos.

© Patxi Hinojosa Luján
(21/03/2016)

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