Llevaba
media vida escondiendo sus actos, o como mínimo procurando que no le
relacionaran con ellos. Era superior a él, no podía evitar repetirlos siempre
que tenía ocasión, aunque esto no pasaba tan a menudo como él hubiera deseado.
Con el paso del tiempo su círculo de amigos empezó a sospechar algo y llegó el
momento en que todo salió a la luz. Decidieron por unanimidad que le
prepararían una sorpresa con la que recibiera su merecido…
***
—¡Sorpresa!
—gritaron al unísono todos. Le habían citado para cenar en la sociedad
gastronómica que frecuentaba la cuadrilla con la peregrina excusa de que a otro
grupo de la misma le había sobrado mucha comida de la anterior reunión y que
sería una pena que se estropeara.
Él
llegó con un cuarto de hora de adelanto a dicha sociedad pero no pudo evitar
ser el último, todos le esperaban ya de pie formando un perfecto semicírculo
detrás del cual en una gran pancarta rezaba el siguiente texto:
«PARA
LA PERSONA MÁS SOLIDARIA, UNA PEQUEÑA APORTACIÓN CON NUESTRA ADMIRACIÓN ¡¡¡GRACIAS,
AMIGO!!!».
Los
abrazos que siguieron al impacto inicial tuvieron que salvar, mediante un pequeño
rodeo, un obstáculo muy especial: un gran contenedor repleto de alimentos imperecederos
con una etiqueta de envío que debería rellenar el recién llegado; tenía
costumbre de ello.
En
un lateral de la sala, una mesa corrida les esperaba a todos con una modesta
pero suculenta cena que con toda seguridad acabarían regando con «agua de
Bilbao».
***
… homenaje.
© Patxi Hinojosa Luján
(19/07/2016)
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