Tiempo ha
que me preocupa
Lo que oculta
tu mirada
E investigo con
presteza
Y lo que expones
interpreto
Tu marcador es el que indica
Todo lo que ya
intuía:
¡Lo
necesitas con apremio!
Tanto hastío
acumulado
No supo poder
ni pudo saber
Cómo seguir en
la sombra
De la sumisión ni un llanto más.
Te presto
uno de mis adioses
Quédate con el
que elijas
Los tengo de
diversos sabores:
De decepción,
de engaño
De mentira,
de crueldad,
De apatía,
de traición…
No te
aconsejo el desamor
Demasiado amargo
es su sabor
Actores principales
y secundarios
Interpretan
siempre el mismo acto
Tan triste,
tan dañino y cruel
Del que
nadie saldrá ganador
Sea cual sea
al final el reparto.
Menos aún el
que sabe a rencor
Y que con su
aroma a derrota
Nos embauca
para nuestra ruina
Debilitando cuantos
corazones encuentra
Tanto como
los carcome y enferma
Porque el
odio, en su malignidad, corroe
Siempre desde
lo más adentro.
Cuando
tengas elegido
El adiós más
adecuado
Tú solo reúne
el coraje
Que valores
necesario
Y se lo estampas
en la cara
Decidida, sin
temor
A aquel que
por no merecer
No mereció
nunca tu desvelo
Tu complicidad,
tu cariño
Tampoco la
lucidez para entender
Que ya por siempre
faltarás
Que nunca más
su estrella serás.
Y ya de poco
le servirá
Lamentarse ante
los dioses
Intentando engatusar
a toda dama
Siempre extraña,
siempre estrella
Presente,
pasada o futura
Puesto que
yo siempre intentaré
Con modestia
y humildad
Seguir prestando
por doquier
Los mencionados
adioses.
© Patxi Hinojosa Luján
(29/01/2016)
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